Más de 1.000 personas por millón necesitan dializarse



11 ene. 2011 18:23H
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Redacción. Bilbao

Más de 60 especialistas se han dado cita en Bilbao a lo largo del fin de semana para asistir al V Curso sobre Accesos Vasculares en Hemoadiálisis organizado por la Fundación Española de Diálisis, en colaboración con Sociedad Española de Diálisis y Trasplante, la Sociedad Española de Enfermería Nefrológica, la Sociedad del Norte de Angiología y Cirugía Vascular y la Academia de Ciencias Médicas de Bilbao y en el que tuvo lugar la presentación de un nuevo manual para la realización de los accesos vasculares en hemodiálisis.

Julen Ocharan-Corcuera.

Alrededor de 1.000 personas por cada millón de habitantes precisan de diálisis para sobrevivir, de ahí la importancia de que la técnica se desarrolle en las mejores condiciones posibles y limitando lo menos posible la vida del enfermo. “La realización de una correcta hemodiálisis, sobre todo en lo que se refiere a los accesos al organismo, es un asunto de precisión”, ha asegurado en el transcurso de estas jornadas su codirector Julen Ocharan-Corcuera.

El tratamiento de la insuficiencia renal por hemodiálisis tiene sus comienzos a mediados del siglo pasado y desde entonces la lucha por la supervivencia de estos pacientes condujo al desarrollo de múltiples variantes de acceso vascular ante el agotamiento de las vías convencionales. El uso de fístulas y catéteres son las dos vías de acceso más desarrolladas en la actualidad.

Hasta la fecha, la fístula ha sido preferida sobre el catéter para los pacientes con fallo renal crónica, “debido al riesgo de las infecciones -endocarditis, bacteriemia, etc.- de la segunda opción y porque reduce el tiempo de hospitalización”, señaló Julen Ocharán- Corcuera.


En este sentido, Javier Hernández, enfermero de la unidad de Nefrología del vizcaíno Hospital Galdakao-Usansolo, espuso las dificultades con las que se encuenran los profesionales a la hora de acceder a las vías de los pacientes defendió el uso de ecógrafos en las consultas de Nefrología, para guiar adecuadamente las punciones.

“La ecografía nos permite disponer de una herramienta con la que podemos ver inmediatamente y en tiempo real el diámetro, profundidad y dirección de los vasos. En el caso de las fístulas arteriovenosas, cuando existen problemas como los estrechamientos de los vasos, aneurismas u otras complicaciones, podemos detectarlos adecuadamente y realizar nuestro cometido al paciente con una seguridad mucho mayor. De este modo, nosotros realizamos una intervención enfermera con la máxima calidad asistencial y el paciente es atendido también con la máxima seguridad clínica disponible”, explicó.

Finalmente y como parte de la formación ofrecida a los profesionales que asistieron a estas jornadas, en el transcurso de las mismas, los participantes tuvieron la oportunidad de presenciar demostraciones prácticas con técnicas de imagen que les permitieron, entre otras, mejorar las técnicas de implantación del catéter y distinguir los detalles que permiten la diferenciación de una vena y una arteria en pacientes sanos y con patologías.

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