El ministerio de Consumo anunció el verano pasado que el
sistema de etiquetado frontal de productos Nutri-Score sería aprobado y puesto en marcha en este primer cuatrimestre de 2021, sumándose así a países como Francia y Alemania, donde ya está implementado. Un sistema que de momento es voluntario, a falta de la normativa europea decida sobre su obligatoriedad. Sin embargo, como ya ocurrió hace unos años, Nutri-Score ha generado debate entre los nutricionistas.
A raíz de una entrevista en
Canal Sur el pasado 8 de febrero, el ministro de Consumo, Alberto Garzón,
aseguraba que el aceite de oliva quedaría fuera de este sistema, "ya que el algoritmo no recoge sus beneficios nutricionales". Un hecho, que
Sanidad ya rectificó en 2018.De forma paralela, el ministro de Agricultura, Luis Planas, ha advertido en varias ocasiones que solo se mostrará de acuerdo con el nuevo etiquetado "si todos los
productos que forman parte de la dieta meditarránea aparecen justamente valorados o excluidos".
Desde la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (Seen), en cambio, consideran que esta herramienta de Salud Pública,
no penaliza el aceite de oliva. "Lo clasifica con una C (no consigue A o B por su aporte calórico),
la mejor puntuación entre las grasas añadidas (destinadas a la condimentación o cocción) y entre los aceites vegetales. Está
mejor clasificado que los de soja, girasol (el segundo más consumido por los españoles) y
maíz (clasificados D),
o los de coco o palma (clasificados E) y
mejor que la mantequilla (clasificada E)", explica a
Redacción Médica, Ana Zugasti, médica y vocal del área de Comunicación y miembro del área de Nutrición de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición.
Comparar alimentos de la misma categoría
"Nutri-Score no es una herramienta para saber si un alimento es saludable o no"
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"El consumidor necesita poder
comparar la calidad nutricional de los alimentos que dentro de su categoría pueden ser sustituidos. Es decir, si desea elegir una grasa añadida y, en particular, un aceite, verá fácilmente en los estantes de los supermercados, gracias a la indicación de Nutri-Score, que
el aceite de oliva está mejor clasificado. También verá, al elegir una bebida, que el agua es la única clasificada con una A y que los refrescos azucarados se clasifican con una E", argumenta Zugasti.
Esta especialista en en Endocrinología y Nutrición recuerda que el único objetivo de Nutri-Score es
ser útil para los consumidores y realmente, su único
defecto es que se "emplee como única herramienta para saber si un alimento es saludable o no".
Así, recuerda que es
preferible consumir productos frescos frente a los envasados, pero en el caso de consumirlos, este etiquetado permite "
comparar productos de la misma categoría" para elegir el más adecuado.
"Nutri-Score no es compatible con la dieta mediterránea"
Por parte de la Federación Española de Sociedades de Nutrición, Alimentación y Dietética (Fesnad), en su
documento de posicionamiento ante Nutri-Score señalan que "
presenta áreas de mejora que pueden ayudar a evitar la confusión en el consumidor" y apuntan que como su "interpretación es compleja" requiere "formar al consumidor para su uso".
A su vez, hacen hincapié en que
no es compatible con la dieta mediterránea y que las "estrategias desarrolladas para fomentar hábitos alimentarios saludables deben ir dirigidas a acercar el consumo de alimentos al patrón tradicional".
También en redes sociales, otros nutricionistas se han mostrado contrarios a este sistema, más allá de valorar si debe incluir o no los productos de la dieta mediterránea. Por ejemplo, el
nutricionista e influencer Carlos Ríos considera que Nutri-Score
"puede llevar a confundir todavía más al consumidor tal" ya que se basa en un "viejo nutricionismo lleno de prejuicios e ideas erróneas sobre grasas, hidratos de carbono, calorías, etc", según
ha publicado en su perfil de Instagram.
"Nutri-Score es un sistema de etiquetado que permite valorar al consumidor la calidad nutricional del producto y por mucho que se repita que no sirve para valorar alimentos distintos grupos
al consumidor le llega una percepción de bueno/malo con código de colores", opina desde su perfil de Twitter una dietista-nutricionista pediátrica clínica.
En esta línea,
Antelm Pujol, residente en Endocrinologia y Nutrición del Hospital Son Llatzer en Mallorca considera que este sistema "no le parece útil", y apunta que
es más interesante leer los ingredientes del producto ya que dan mucha más información. "A menor grado de procesamiento mejor, pero hay procesados buenos", señala desde una publicación en Twitter. "Aprender a leer las etiquetas nutricionales debería enseñarse en las escuelas".
"El
Nutri-Score es pura basura. Nunca ha habido por donde cogerlo y es un desastre como calificación de alimentos. No existe justificación alguna para su uso
más allá de ser amigo de la industria de los ultraprocesados", opina un especialista en nutrición.
A su vez, la farmacéutica Gemma del Caño argumenta desde el punto de vista de la propia industria: "Nutri-Score es una full, casi diría que
está planteado para favorecernos a nosotros y no al consumidor".
"Si el etiquetado frontal tiene que explicarse tanto como la lista de ingredientes, es que
no sirve.
Si discrimina productos correctos y penaliza los incorrectos, no sirve. Si no mejora los datos (como está pasando con los sellos de Chile): ¡no sirve!", argumenta desde su perfil.
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