Este 2018, al que ya le falta poco para que eche el cierre, nos ha dejado noticias como el
máximo reconocimiento para los investigadores James P. Allison y a Tasuku Honjo con el
Premio Nobel de Medicina por sus estudios sobre
inmunoterapia en cáncer. Pero a lo largo de este año también se han dado a conocer otros
estudios relacionados con la Medicina que bien podrían parecer un chiste por lo disparatados que pueden sonar. Nos hacemos eco de cuáles han sido los ensayos clínicos más ‘tontos’.
El innovador informe del
médico japonés Alira Horiuchi sobre
cómo hacerse una colonoscopia a sí mismo ocupa el primer puesto.
‘Colonoscopia en posición sentada: Lecciones aprendidas de la autocolonoscopia mediante el uso de un colonoscopio de calibre variable y calibre pequeño’ fue el texto por el que este facultativo
recibió un galardón en los conocidos Premios Ig Nobel, la parodia estadounidense del prestigioso Premio Nobel.
Pero este informe no fue el único destacado por su aparente falta de utilidad. La segunda posición de este pódium de los estudios más extravagantes podría ser para la
investigación sobre cómo se podrían emplear las montañas rusas para intentar apresurar el paso de los cálculos renales. Un estudio que llevaron a cabo Marc Mitchell y David Wartinger.
¿Se pueden usar
sellos para probar si el
órgano sexual masculino funciona bien? Esta pregunta que puede ser un tanto curiosa fue la que se hicieron John Barry, Bruce Blank y Michael Boileau. Estos expertos observaron cómo se podían emplear estas estampitas postales para conocer la
actividad sexual.
Por último, otro de los estudios más ‘estrafalario’ del que se ha hablado este año, y que en los Premios Ig Nobel también tuvo su reconocimiento, fue uno que tenía que ver con la
Nutrición. Más concretamente, el que llevó a cabo James Cole que
investigó cómo la ingesta calórica de una dieta caníbal humana era significativamente menor que la ingesta calórica de otras dietas tradicionales.
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