Hace unos días miles de estudiantes realizaron las pruebas de acceso a la universidad que les permitirá acceder a los estudios en función de la nota media que obtengan. Un porcentaje de estos pueden tener en mente estudiar Medicina, y aunque haya facultativos que les encanta la profesión, también pueden encontrarse con obstáculos y problemas por los que consideran que
no "merece la pena" estudiar esta carrera.
Es el caso de un residente de tercer año de Medicina Familiar y Comunitaria quien a pesar de que le gusta mucho "el diagnóstico, el trato con el paciente, el ver cómo mejoran con los tratamientos..." también
odia muchas cosas alrededor.
Una carrera experta en destruir la salud mental de los estudiantes
"Ningún médico puede decir que la pandemia no le haya afectado.
Todos estamos mucho más "haters" que antes. ¿Pero es porque las cosas han cambiado o porque nos hemos dado cuenta de que antes ya estaban mal? Realmente, no ha habido grandes cambios", comienza explicando este MIR señalando que el Covid-19 no es el motivo de su malestar.
"Y es que las cosas siguen igual. Tenemos
un Grado experto en destruir la salud mental de los estudiantes. Seis años en los que se fabrican especialistas de cada uno de los órganos del cuerpo a base de memorizar y memorizar cosas que luego pocas veces se van a aplicar", argumenta Rubén Blanco.
Muy complicado compaginar estudiar Medicina y trabajar
Además, explica que es muy complicado poder estudiar y trabajar a la vez, "con el fin de sacarte unos ahorrillos", o incluso para poder costearla, una situación en la que se pueden encontrar los universitarios. Tampoco considera que se pueda "realizar otro grado de manera simultánea.
Que se note desde el primer día el sacerdocio".
"El MIR es un disparate"
"¿Pero después? Está la opción de la privada. Sería buena opción
si realmente se supiera lo suficiente como para realizar una atención de calidad. Pero no es así. Y ahí asoma.
La EBAU 20.0. El MIR. El camino para hacerse especialista El MIR se ha convertido en un disparate. Se preguntan enfermedades de un caso cada millón y no se pregunta si es mejor dar un paracetamol o un ibuprofeno a un determinado paciente. Un temario infinito que
obliga a estar como en un convento de clausura durante 7 meses.
"Pero una vez después del MIR, ya todo bien, ¿no? Ojalá.
El postMIR se convierte en una lotería en la que un algoritmo informático decide qué va a ser de tu futura vida laboral a partir de unas listas que haces sobre lugares y especialidades que muchas veces ni conoces", explica este facultativo adelantando que no mejora la situación durante la residencia.
La residencia se basa en "a mí me paso lo mismo, te aguantas"
"Entras en una asociación jerárquica en la que se va pringando por año de residencia. Una cultura basada en el 'a mí me pasó lo mismo, así que te aguantas'.
El esclavo liberado que se convierte en esclavista", opina Rubén. "A los de arriba se les llena la boca hablando de calidad, gestión de personas, motivación... Qué bien suena. Pero la sordera jerárquica está ahí. ¿Cómo se va a tener en cuenta lo que dice el residente? Acabas cansado de quejarte de lo malo y de ser el malo de la película".
Sin plaza fija y guardias de 24 horas
Una vez que se termina la residencia, "en torno a los 30 años", el siguiente paso es convertirse en
adjunto y "encadenar
contratos temporales hasta que consigues plaza fija en las oposiciones. Eso si las sacan, que muchas veces no es así. Y a esperar a los 55 años para dejar de hacer guardias".
Ante esto añade que "la sensación después de
trabajar 24 horas seguidas no se puede describir, y jugamos con vidas humanas en esas condiciones".
Ante este panorama, Rubén explica que durante el camino se hace amigos y "tendrás muy buenos momentos". Además la "sensación del trabajo bien hecho es, probablemente, de las más
reconfortantes que un trabajador puede tener". Sin embargo, reflexiona si merece la panea pasar por un camino tan duro. "Lo peor de todo
, inneceseramienta duro. Me di cuenta tarde de que no. Insisto.
A pocos les gusta más la medicina que a mí".
Así, manda un mensaje a aquellas personas -que como su 'yo ilusionado de 18 años'- no se convencerán por sus palabras a cambiar de idea. "Quien avisa no es traidor.
Esto no es un camino de rosas. Esta decisión marcará tu vida, y no siempre va a ser para bien".
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