"Los
pacientes no se merecen ni el aire que respiran. Y me da igual lo que me digáis". Así de tajante se ha mostrado una
pediatra en su perfil en Twitter, donde ha querido volcar toda su indignación después de leer unos
carteles aparecidos en un hospital en Málaga. ¿Pero de dónde viene semejante afirmación?
Se trata de un mensaje que ella misma reproduce como imagen junto a su texto, en la que se ve una advertencia del Hospital Universitario Virgen de la Victoria de Málaga, en el que se informa de que "ante cualquier amenaza, coacción, agresión física y/o verbal, o cualquier otra
actuación ilícita contra los profesionales de este centro sanitario, se cursará la pertinente
denuncia por la vía penal pudiéndose castigar estas acciones con penas como la cárcel, entre otras. Este centro dispone de diferentes medidas de seguridad, incluida la
conexión directa con la Policía", explica como mecanismo de protección contra las
agresiones a los profesionales sanitarios que se producen a diario.
"Me desespera y hace pensar en abandonar y dedicarme a otra cosa. Pero luego doy con pacientes muy majos y educados y se me pasa"
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La sorpresa se produce cuando tras este cartel aparece otro colocado en la parte inferior en el que también 'se avisa' de que "ante cualquier
negligencia médica o cualquier otra actuación ilícita contra los enfermos de este centro sanitario, se cursará la pertinente
denuncia por la vía penal, pudiéndose castigar estas acciones con penas como la cárcel entre otras". Y también del mismo modo que el mensaje precedente añaden que "en este centro los
enfermos disponemos de diferentes medidas de seguridad, incluida la conexión directa con los juzgados".
La imagen ha indignado a muchos compañeros, cansados del trato que reciben de los pacientes. Una médica admite que es "lo peor que he leído en mucho tiempo. 'Esos' pacientes no lo merecen. Ese no es un paciente, nadie que padezca una enfermedad real reaccionaría así. El
médico necesita tiempo, un lugar, el paciente merece respeto, jamás se debe ir a trabajar con miedo". También un urgenciólogo expone que "no creo que sea de ningún paciente. Estúpidos los hay en todos sitios", pero la autora responde que
se deje "de justificarlos; es que están nerviosos, es que no saben gestionar la ansiedad, es que tiene una enfermedad mental, o una adicción", y pone ejemplos de centros de salud donde ha habido agresiones en las últimas semanas, citando 6 lugares.
Pierden las ganas de trabajar
El mismo urgenciólogo admite que el segundo cartel "es una perogrullada cuya vía ya era ampliamente conocida por sanitarios y usuarios. Parece que el autor de dicho aviso acaba de llegar a la civilización y acaba de darse cuenta de que podía denunciar". En resumen, a él también le desespera y "hace pensar en
abandonar la faceta asistencial y dedicarme a otra cosa. Pero luego,
voy a trabajar, doy con pacientes muy majos, educados y agradecidos... y
se me pasa". Sin embargo, la autora del comentario inicial admite que "cada vez el porcentaje de majos lo tengo más reducido".
Otra pediatra también comenta que la situación es un "horror" y que "así
se quitan las ganas de trabajar", lo que da pie a que la pediatra que colgó la imagen admita que "si no estuviera atrapada por el trabajo de mi pareja y la edad de mis hijas,
no estaba aquí ejerciendo la medicina para desgraciados que no aprecian lo que tienen". "No queremos que besen por dónde pisamos, solo que seamos tratados con educación y respeto. Si no te gusta tu médico: segunda opinión o te buscas a otro, pero
no montes un 'pollo' en consulta ni faltes al respeto", escribe una ginecóloga.
¿Cuántos 'pollos' les montan los pacientes?
Ante esta última afirmación, otra usuaria pregunta por el
porcentaje de pacientes que montan 'pollos', a lo que ella responde que "me quedo tan pancha si te digo que es un 50-60 por ciento, incluyendo 'pollos' mayores y 'pollos' menores (que al final, son los que te desgastan por ser casi continuos)". Su afirmación genera cierto debate, ya que
otros compañeros admiten que su porcentaje es menor, y ahí entra también la distinción entre si trabajan en un centro público o privado.
El comentario inicial de la pediatra provoca que un usuario se disculpe, en nombre de esos 'energúmenos' y pida que siga haciendo su trabajo, por lo que la médica explica que "me parte el alma que alguien me tenga que pedir disculpas por esos energúmenos. Por favor,
discúlpeme usted por meterlos a todos en el mismo saco. Le prometo que me gusta la medicina y no sé cómo hemos llegado a este punto", sentencia.
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