Los primeros pasos como
Médico Interno Residente (MIR) son, cuanto menos, emocionantes. La recompensa tras largos años de estudio y preparación no es otra que
ayudar a aquellos que lo necesitan en situaciones críticas y dar rienda suelta a sus inquietudes y a su vocación, que tanto tiempo llevan persiguiendo. Por eso cabe preguntarse cuál es la mejor manera de gestionar infinidad de cambios y estímulos sin que hagan 'mella' en la
salud física o mental del propio
profesional sanitario.
La intensivista
Tamara Contreras ha querido enumerar a los
futuros residentes el viaje físico y emocional que les espera en los próximos años y darles herramientas para gestionarlo a través de
un vídeo en su perfil de Instagram. Tal y como ella misma ha escrito en el texto adjunto a la publicación, se trata de los consejos que le gustaría haber recibido en su momento y que nadie le dio. Describe los años de residencia como una "
etapa de alta tensión" que brinda a estos graduados en
Medicina la oportunidad de
convertirse en médicos, ya que a su parecer, ambos conceptos significan cosas diferentes.
"Es una etapa frenética y
no estáis preparados. Nadie lo está", continúa la facultativa. "Vais a
trabajar a niveles sobrehumanos, sometidos a mucha presión y sin herramientas", apunta, por lo que advierte a los recién examinados en
Formación Sanitaria Especializada (FSE) de que se subirán a una "montaña rusa de emociones".
¿Puede ser adictiva la Medicina?
En el propio vídeo, Contreras explica que "toda
profesión relacionada con la emergencia puede llegar a
ser muy adictiva, sobre todo cuando eres joven". El motivo, a su parecer, es la presencia de "momentos de mucha tensión en los que una acción -el acto médico- tiene una reacción inmediata en el paciente: vivir o morir", expone. Es entonces cuando nuestro cuerpo, tal y como ha detallado la propia Contreras, "
activa un sistema de recompensa inmediata liderado por la dopamina", cuyo resultado son sensaciones como la euforia o el bienestar. "Es fácil engancharse a estas sensaciones, llegando incluso a
depositar en nuestra profesión nuestra fuente de placer", sostiene.
"Es fácil engancharse a estas sensaciones, llegando incluso a depositar en nuestra profesión nuestra fuente de placer"
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No obstante, quienes atraviesen estas emociones han de saber que poco después 'la cosa se tuerce'. En palabras de esta especialista, se trata de "un escenario en el que
no tardarán en aparecer la frustración, la decepción o la culpa por no alcanzar las expectativas", asegura. El principal motivo de angustia es, precisamente, no entender por qué llegan esas emociones negativas: "Acabamos con una sensación de vacío y
ánimos depresivos y ansiedades cuando se supone que lo tenemos todo, y es ahí cuando no entendemos nada".
Pero, ¿hay alguna manera de canalizar estas sensaciones y acabar con esos 'demonios' internos? Contreras cree que la posible solución pasa por un
cambio de actitud, en el que es necesario comprender que el trabajo es solo una parte y no el todo en el día a día. "
No confundas tu profesión con tu vida, por más que te apasione, puedes ponerle el
mismo entusiasmo y vocación sin alejarte de ti y de lo que te gusta", concluye la intensivista.
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