La vida de un
futuro especialista se centra durante años en hacer el
examen de Formación Sanitaria Especializada (FSE), conseguir plaza en el Servicio deseado y comenzar a vivir un 'sueño sanitario' en el
hospital. Al menos eso es lo que siempre han pensado. Sin embargo, no todo es "un arcoíris con unicornios" también hay grandes decepciones que "merecen ser contadas".
Una residente de primer año en
Neurocirugía ha explicado en Twitter que no está segura de estar haciendo la especialidad que realmente le hace feliz. "Estoy en ello y por ahora es suficiente", se consuela con la intención de avisar a los
futuros MIR de que quizá lo que encuentren al llegar a los hospitales puede ser muy distinto a lo que siempre habían imaginado.
"Realicé tres veces el
examen MIR para poder escoger la especialidad que quería,
Traumatología, y no pudo ser", asegura antes de explicar en declaraciones a
Redacción Médica que se encuentra haciendo la
residencia en Neurocirugía en las Islas Canarias. Aunque este destino fue "toda una sorpresa".
Esta residente confiesa que cogió esta especialidad porque siempre le encontró el gusto a las "quirúrgicas, pero cuando empiezas la residencia te das cuenta de que las cosas no son como pensabas". En su opinión, de la carrera y el
MIR "sales con una base escasa, sobre todo de
medicina clínica, por tanto los que llegamos a las
quirúrgicas partimos prácticamente de cero". Los primeros años, los residentes de cirugía tienen que volcarse en "estudiar mucho, por lo que la
curva de aprendizaje es mucho más lenta".
"Neurocirugía es una especialidad muy dura que requiere mucho estudio y que se rige por una estructura muy jerárquica en la que dependes de lo que te dejen hacer"
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"Es una especialidad muy dura que requiere mucho estudio y que se rige por una
estructura muy jerárquica en la que dependes de lo que te dejen hacer". La residente apunta a que estos servicios son "bastante retrógrados,
incluso machistas y se machaca mucho a los MIR. He hablado con gente de otros hospitales y especialidades quirúrgicas y, en general, hay mucho machaque. Creen que así aprendes mejor y más rápido. Esto al final acaba mermando, aunque tengas una personalidad fuerte". El balance, según afirma, es que ha "aprendido" a callarse porque "dependo de que mis adjuntos me dejen operar".
Las fuerzas flaquean durante la residencia
A pesar de la dura experiencia que está viviendo, la residente agradece contar con cinco años de trabajo asegurado, algo que no sabe si encontrará al terminar. Sin embargo, en este momento, un año después de su
examen MIR, "las fuerzas flaquean". Cree que si hubiese accedido a esta especialidad en su
primer MIR, se plantearía abandonar y prepararse otro año para cambiar de especialidad. Ahora, "no es una opción".
"No me veo con fuerzas de asumir un cuarto
MIR", afirma rotunda. Es por ello que seguirá formando parte de este Servicio, completará la residencia y quizá entonces se plantee hacer una
segunda especialidad. "Muchos médicos tienen una doble especialidad, igual yo soy uno de ellos".
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