Shigeaki Hinohara fue uno de los artífices de que
Japón sea en la actualidad el país con mayor esperanza de vida del planeta. Durante
105 años, no sólo creó varias fundaciones médicas que, sin duda, modernizaron el sistema de salud en el país, sino que
él mismo contribuyó con su longevidad a aumentar año tras año este dato.
Director emérito de la
Universidad Internacional de St. Luke y presidente honorífico del hospital del campus, solía recomendar algunos
aspectos básicos para gozar de una vida sana y duradera. Empezando por la más básica:
nunca te jubiles. Y, si lo haces, mejor si es mucho después de los 65 años.
Hacía referencia a la edad de jubilación en Japón, que
volvió a ser de 65 años cuando la esperanza de vida era de tan sólo 68, en 1961. Quince años antes, la
II Guerra Mundial (y los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki) mermaron tan seriamente a la población japonesa que su calidad de vida y su salud habían disminuido tanto que el gobierno decidió
bajar la edad de jubilación.
Comparado con el dato de 1961, la actual esperanza de vida, de
83,7 años, es notoriamente superior, por lo que, según Hinohara,
la gente debería jubilarse más tarde para no perder la vitalidad que les otorga la actividad diaria. Hasta pocos meses antes de morir a los 105 años el pasado mes de julio, este doctor continuó
tratando pacientes durante 18 horas al día.
Los secretos de Hinohara
Para Hinohara, el truco era sencillo: "Todos nos acordamos de cómo, cuando éramos niños y estábamos divirtiéndonos,
nos olvidábamos de vez en cuando de comer o de dormir. Creo firmemente que podemos mantener la misma actitud como adultos. Es mejor
no marear al cuerpo con demasiadas reglas como la hora de comer o la de irse a la cama”.
Eso sí, el doctor solía recomendar no pasarse con la comida. “Para desayunar, tomo un café, un vaso de leche y algo de zumo de naranja con una cucharada de aceite de oliva. El aceite es genial para las arterias y mantiene mi piel cuidada. Mi almuerzo consiste en leche con unas pocas galletas o nada cuando estoy demasiado ocupado para comer.
Nunca tengo hambre porque me concentro en mi trabajo. La cena consiste en verduras, un poco de pescado y arroz. Y dos veces por semana, 100 gramos de carne magra”, aconsejaba Hinohara.
Por otro lado, también apuntaba a que la medicina no es una ciencia exacta. “Al contrario de la creencia generalizada,
los doctores no pueden curarlo todo. Así que, ¿por qué causar un dolor innecesario con una cirugía? Creo que la
música y las terapias con animales pueden ayudar más de lo que la mayoría de los doctores imaginan”, solía decir.
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