"La
residencia MIR es una
etapa fantástica de la profesión. El problema para la salud emocional es la
exigencia, la externa y la propia". Así recuerda Gema Rodríguez Trigo, neumóloga de orígenes gallegos, sus años de formación como especialista durante los cuales sufrió
depresión. A raíz del
suicidio de un residente de segundo año de Anestesiología, la semana pasada, esta facultativa decidió contar su experiencia, sumándose así al gesto de comprensión y crítica que han realizado decenas de compañeros de profesión durante estos días.
"Siendo adjunta me he dado cuenta de que
no nos cuidamos ni cuidamos a nuestros residentes", detalla Gema Rodríguez a
Redacción Médica. "Les colgamos etiquetas nada más llegar y les obsequiamos con frases como: “no te quejes que cuando yo era residente era peor”, “eres una floja”, “en la residencia hay que sufrir”, “con ese número de MIR no serás buen residente”, “
a mí no me despiertes para consultarme chorradas”. Y no hablemos si eres mujer: “no te esfuerces porque l
as mujeres hacéis las broncoscopias peor que los hombres”, “uff, tener un hijo durante la residencia es malo para tu formación"".
Aunque su
experiencia como residente fue
muy buena, Gema tuvo "la suerte" de formarse en el servicio de Neumología del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau, "un hospital precioso y en un equipo formado por personas especiales. Adjuntas, compañeras de residencia, enfermeras, auxiliares, son parte de mi familia". De hecho, explica que conserva muy buenos amigos. "Como ejemplo decir que tanto yo (gallega) como mi coR (canario) no pasamos ninguna nochebuena o fin de año solos. Siempre cenamos en la casa de alguno de nuestros adjuntos".
Sin embargo, Gema explica que su depresión comenzó justo en el segundo año de residencia. "Tuvo que ver con varios factores que resumiría en
autoexigencia, dificultad para pedir ayuda,
guardias sin libranza, alta capacidad de trabajo
sin escuchar la necesidad de descanso del cuerpo y la mente. No tanto la residencia en sí, sino como yo la viví"
Así, Gema detalla que cuando fue capaz de verbalizar lo que sentía, fue totalmente apoyada por su entorno.
"Cuando hablé con mi jefe y le dije que necesitaba una baja su primera reacción fue “como te puedo ayudar”, “me siento mal por no haberme dado cuenta”. Nadie lo había notado así que mi percepción de que lo estaba haciendo mal era solo eso, una percepción", añade.
De esto hace 23 años, y asegura que "el camino ha sido largo", pero gracias a la terapia ha aprendido muchas cosas y ha podido seguir hacia delante. "Se sale, la angustia tiene fin -no es un fallo deprimirse, es muy impotante poner límites y rebajar la autoexigencia, en general y en particular en nuestra profesión la depresión es muy frecuente".
"Como residente MIR no puedes mostrar vulnerabilidad"
Esta neumóloga sospecha que los casos de
depresión y ansiedad entre los residentes sí son habituales, "aunque pocos consultan". Considera que esta situación límite se puede dar tanto por la presión propia como la externa, "es muy alta". Señala también a las guardias de 24 horas, que "se acompañan de miedo e inseguridad". "En mi época no se libraban y hacíamos muchas, hasta 8 al mes.Trabajar 32 horas seguidas durmiendo apenas 3 o 4 es insano".
A su vez, considera que esquivar las quejas de los residentes con el típico comentario de "eres residente y tienes que aprovechar al máximo para aprender" es muy dañino. Apunta que, normalmente se acompaña de "cuando yo era residente era mucho peor”.
"Parece que tienes que estar agradecido por el sufrimiento. No puedes mostrar vulnerabilidad. Hay que ser fuerte y aguantar. Todos esos mensajes hacen que la angustia crezca y no se atienda", reflexiona Gema Rodríguez.
"Los adjuntos y los tutores de residentes tenemos que tener mucha sensibilidad y cercanía para detectar señales de ansiedad o depresión en nuestros MIR"
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El problema de todo esto se acrecenta cuando la persona que sufre
ansiedad, depresión o cualquier problema de salud mental no pide ayuda, ya que "es lo más difícil". Sin embargo, Gema consiera que en el momento que eres capaz de mostrar esa angustia, lo habitual es sentir el apoyo del resto de compañeros. La
salud mental es un tema tabú, "especialmente es nuestro colectivo".
Para Gema hay varias formas de ayudar a un médico con un problema de salud mental. "Hay muchas cosas por hacer como normalizar la necesidad del cuidado de la salud mental; transmitir la importancia de poner en juego la vulnerabilidad; aprender a poner límites y rebajar la autoexigencia".
"Desde el punto de vista más institucional son muy importantes los programas de atención al médico enfermo como el
PAIPSE", explica esta neumóloga, "los adjuntos y en especial los tutores de residentes, tenemos que tener mucha sensibilidad y cercanía para detectar señales de
ansiedad o depresión en nuestros MIR".
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