Sin procesiones y
aglomeraciones y con
medidas antiCovid en cada iglesia o parroquia. Así promete ser la
Semana Santa este año en toda España. Como
médico y cofrade, Miguel Díaz se enfrenta a la disyuntiva que supone haber vivido las consecuencias de la
pandemia en primera persona y no poder celebrar estas fechas tan importantes como en años anteriores.
Aún así, poder salir, "de forma ordenada" y "con cuidado", es un "regalo en comparación con el año pasado cuando todo el mundo estaba confinado", reconoce a
Redacción Médica, consciente, aún así, del riesgo que puede suponer llevar a cabo esta
festividad religiosa por todo lo alto.
En tiempo récord, toda su
Hermandad de la Columna, en Málaga, ha tenido que buscar alternativas viables a las procesiones. Con
protocolos antiCovid, sin gente, a puerta cerrada y en grupos máximos de 4 'hermanos' en cada cofradía, se han adaptado los espacios y las veneraciones a las distintas figuras religiosas.
Ahora, para poder ver las imágenes habrá que esperar cola,
respetar la distancia de seguridad,
llevar mascarilla en todo momento y entrar en grupos reducidos al templo.
Y es que el culto a los pasos de Semana Santa en estos seis días se ha trasladado de las calles a las
iglesias, donde, además de ampliarse el horario de visita, se han habilitado
circuitos de entrada y salida y se ha
mejorado la ventilación. La idea es que haya un flujo continuo que impida a las personas permanecer más de "
2 o 3 minutos en el templo" y minimizar las posibilidades de contagio. "Es cuestión de organizarse", explica este médico andaluz.
Al no tener imágenes que trasladar, los
costaleros y demás hermanos de la congregación asumirán en esta ocasión las funciones de control y
toma de temperatura a la entrada de estos espacios donde, según Miguel, "todo está más que controlado, medido y protocolizado". Algunas iglesias, incluso, cuentan con
cámaras térmicas y seguridad privada para detectar cualquier caso sospechoso.
Más riesgo en un bar que haciendo cola en una iglesia
La
paciencia y la
ilusión serán, explica el médico, los dos sentimientos sobre los que se sostengan estas celebraciones religiosas "atípicas". Después de haber vivido un año de pandemia, este facultativo del Hospital de La Merced confía en la seguridad de la nueva disposición y niega que, a pesar del número de feligreses congregados, pueda tener
más riesgo que estar en un "bar sin mascarilla" y convertirse en
"un foco de contagio".
"Como médicos hemos tenido que aguantar tonterías de todo tipo, ver a la gente hacer de todo cuando peor estábamos y ahora
van a venir a echarnos las culpas a los cofrades. Riesgo es lo que pasó en Navidad,
no hacer una cola al aire libre con mascarilla", matiza, convencido de que la irresponsabilidad no es algo exclusivo del ámbito religioso. "El que no tiene cabeza, va a seguir sin tenerla delante de un Cristo, una Virgen o dentro de un bar".
Desde su posición como sanitario, Miguel asegura haber sido el primero en "
pedir públicamente responsabilidad". "No se nos puede ir la cabeza pero es que no se nos está yendo. Los que sabemos de qué va esto, tenemos cuidado", defiende, indignado tras las críticas vertidas contra este tipo de celebraciones. Teme de hecho que, una vez concluida la Semana Santa, se
"estigmatice a los cofrades" y se les culpabilice de "un posible repunte de contagios".
Concienciación y respeto de los feligreses
Los que acuden a estos espacios religiosos, añade, están "más que concienciados" porque "llevan siete u ocho meses" preparándose para lo que "iba a venir". La prueba es que, después de varios días con este sistema, y a pesar de la multitud de personas que se han acercado a estos espacios, "
no se ha tenido la sensación de aglomeración", asegura el profesional.
"Simplemente la cola en vez de ser de 5 metros es de un kilómetro y en vez de esperar una hora,
toca esperar una hora y 45 minutos", lo cual no supone ningún problema porque "no hay prisa". "El Covid-19 nos ha cambiado y ahora con el mero hecho de salir ya es algo.
Hace un año no estaríamos dispuestos a esperar para ver una imagen. Esta Semana Santa sí".
Miguel invita a todos aquellos que tengan dudas a ver "con sus propios ojos" el
control exhaustivo que se impondrá en cada templo para comprobar "que es seguro". "Hay gente que pensará que estamos majaras pero los que lo vivimos sabemos que no es así."
Después de haber tenido que conformarse con seguir las liturgias "a través de una camarita de Youtube" o revivir "las retransmisiones del año 2018" desde sus casas, "
poder vivir un trocito de normalidad" este año es algo "importante que hay que agradecer", además de un impulso a nivel de "Salud Mental", asegura Miguel.
"Nosotros aquí somos bullangueros y nos metíamos en calles que no cabía nadie más. Te tomabas algo, te encontrabas con alguien, le dabas un abrazo...Pero ahora no se puede. Y no pasa nada", asegura, ya que lo importante ahora "
es estar vivos, tener salud y la cofradía en su sitio".
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