Apenas un día después de que se anunciara la
dimisión de Jon Darpón como consejero de Sanidad vasco y se conociera que
Nekane Murga sería su sustituta, comenzaban a llegar los primeros mensajes pidiendo medidas a la recién llegada. Uno de ellos ha sido el de
Elaxar Lersundi, padre de Ekai, un menor transexual que se suicidó hace poco más de un año.
Lo primero que este padre escribe en una emotiva
carta publicada en su perfil de Facebook -aunque desconfía de que llegue a su destinataria- es que "con tu entrada en sanidad
puedas extinguir la U.I.G. (Unidad de Identidad de Género) de Cruces, ya que a los chicos y chicas trans
no les hace falta que se les identifique, saben muy muy bien qué son y quiénes son,
no hace falta que nadie se lo diga", escribe Elaxar.
"A los chicos y chicas trans no les hace falta que se les identifique, saben muy muy bien qué son y quiénes son"
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Además de esta petición para que se elimine una unidad que en su opinión señala sin necesidad a estos menores, tiene otro deseo que dirige a la nueva consejera vasca, algo que es "muy importante para las familias con chicas y chicos trans. Primero
, fuera psicólogo y psiquiatra. Segundo, que se
les atendiera en los ambulatorios que les correspondan por cercanía y derivarlos al o la endocrina que les corresponda por localidad", señala.
La idea de Elaxar se sustenta en que los menores no se tengan que
desplazar con sus padres hasta el Hospital de Cruces desde cualquier punto de la comunidad autónoma, puesto que esto conlleva una "
pérdida de tiempo y gasto que no todas las familias se pueden permitir".
Atención psicológica voluntaria y no como requisito
En todo el proceso por el que deben pasar las personas transexuales, el padre de Ekai también pide "dejar lo del
psicólogo y psiquiatra a demanda de ellos y que no tengan que pasar a la fuerza por el aro", escribe.
Su mensaje ha sido compartido más de un centenar de veces y ha recibido numerosos mensajes de ánimo de quienes le ayudan en su lucha. Su hijo Ekai se quitó la vida en 2018 a los 16 años después de
esperar durante años un tratamiento hormonal de reasignación de sexo que aún no había llegado y de luchar con su familia por que se reconociese su verdadera identidad de género y pudiera, por ejemplo,
cambiar su nombre en el registro.
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