MADRID, 21 (EUROPA PRESS)
Un estudio realizado por varios equipos del CIBEROBN liderados desde el grupo Genud de la Universidad de Zaragoza ha analizado datos de 1.215 niños de entre 3 y 6 años que participan en el estudio Corals en siete ciudades españolas, y ha encontrado asociaciones significativas entre la duración de la lactancia materna y el método de alimentación complementaria con el comportamiento alimentario en la etapa preescolar, de lo que se deduce que las prácticas de alimentación en los primeros meses de vida pueden influir en el comportamiento alimentario de los niños a largo plazo.
Los resultados muestran que los niños que fueron amamantados durante cuatro meses o más presentaron niveles más bajos de selectividad alimentaria en la etapa preescolar en comparación con aquellos que fueron amamantados por menos de un mes. Además, el método de introducción de alimentos sólidos también resultó ser importante para el comportamiento alimentario.
Los niños que comenzaron con el método Baby-Led Weaning (BLW), en el que los alimentos se ofrecen en trozos, o con un método mixto (50% alimentos en papillas y purés y 50% alimentos en trozos) mostraron mayor disfrute de la comida y menor selectividad alimentaria que aquellos que iniciaron la alimentación complementaria con el método tradicional de cuchara.
Estos hallazgos respaldan investigaciones previas que sugieren que una lactancia materna prolongada promueve hábitos alimenticios más saludables en los niños, a través de la adquisición del gusto por una variedad de alimentos, a través de la exposición repetida a diferentes sabores y composición nutricional que refleja la dieta materna.
Los resultados en relación al método de introducción de sólidos resaltan la importancia de las prácticas de alimentación perceptiva, donde los padres y cuidadores permiten la autoalimentación de los lactantes, respetando sus señales de hambre y saciedad, exponiéndolos también a una variedad de texturas desde el inicio de la alimentación complementaria.
Para padres y cuidadores, estos hallazgos subrayan los beneficios de adoptar prácticas de alimentación que apoyen la autorregulación y expongan a los niños a una variedad de sabores y texturas desde una edad temprana. Promover una lactancia materna prolongada e introducir alimentos en trozos o con diferentes texturas ya sea mediante el método BLW o mixto pueden impactar positivamente en los comportamientos alimentarios de los niños reduciendo la selectividad alimentaria y fomentando una relación positiva con la comida, a través del disfrute de los alimentos.