MADRID, 12 (EUROPA PRESS)
Los ciudadanos que sufren pobreza energética presentan una peor salud que aquellos que pueden garantizarse los suministros domésticos de energía, según un estudio realizado por nvestigadores del CIBERESP, el Institut d'Investigació Biomèdica Sant Pau, la Asociación Bienestar y Desarrollo, la Agència de Salut Pública de Barcelona y otras instituciones.
La probabilidad de experimentar bronquitis crónica, depresión y ansiedad, se ha observado bastante mayor. En concreto, la probabilidad de tener bronquitis crónica es 4,94 veces superior, en el caso de las mujeres, y 5,43 veces mayor entre los hombres que sufren pobreza energética que entre aquellos ciudadanos que no se enfrentan a este problema. Y en el caso de la depresión y la ansiedad, la probabilidad entre la población con pobreza energética es 3,23 veces superior entre las mujeres y 4 veces superior en el caso de los hombres.
La investigación, publicada en la revista 'Gaceta Sanitaria', es la primera que analiza la asociación entre la intensidad de la pobreza energética y la salud en el Sur de Europa. Para realizarla se han comparado los datos de 1.799 mujeres y 671 hombres que forman parte de un programa del Ayuntamiento de Barcelona contra la pobreza energética (llamado Energía, la justa) con los de 1.393 mujeres y 1.215 hombres sin problemas energéticos de la Encuesta de Salud Pública de Barcelona en 2016.
El estudio ha analizado diversos parámetros de salud física y mental: percepción personal de mala salud, asma, bronquitis crónica, depresión y ansiedad. En todos ellos, los participantes en el programa contra la pobreza energética han reportado un peor estado de salud. Las mujeres presentan una mayor prevalencia de todos los parámetros de salud en ambas poblaciones.
El estudio, en el que han participado los investigadores del CIBERESP María José López y Marc Marí-Dell'Olmo, también muestra una asociación entre la intensidad de la pobreza energética y el estado de salud dentro del colectivo de Energía, la justa. A excepción de la bronquitis crónica en hombres, hubo diferencias significativas en todos los indicadores, de manera que, a mayor pobreza energética, peor salud. La depresión y la ansiedad en las mujeres y el asma en los hombres fueron estadísticamente significativas en todos los niveles de intensidad de pobreza energética.
Este estudio muestra que la población vulnerable afectada por la pobreza energética es desproporcionadamente elevada en mujeres, inmigrantes, personas con bajos niveles de educación, desempleados e inquilinos en una ciudad del sur de Europa, como es Barcelona. "Esta población sufrió una prevalencia impactantemente mayor de mala salud autopercibida, morbilidad respiratoria y mental en comparación con la población sin pobreza energética", señala los autores.
Así, los investigadores aconsejan que las las políticas y los programas específicos para aliviar la pobreza energética coexistan con políticas estructurales más amplias destinadas a mejorar las condiciones de vida, trabajo y vivienda. "Ambas estrategias combinadas reducirían los efectos sobre la salud y las desigualdades en salud en poblaciones afectadas por múltiples privaciones sociales", señalan.
DIFERENCIAS NO SOLO ENERGÉTICAS
Las diferencias entre la muestra del programa contra la pobreza energética del consistorio barcelonés y la población general de Barcelona ya se manifiestan en los parámetros demográficos, socioeconómicos y de características del hogar.
Por ejemplo, el número de personas nacidas fuera de la Unión Europea se acercó a la mitad en la muestra de Energía, la justa (mujeres, 49,0%; hombres, 42,2%), pero fue mucho menor en Barcelona (mujeres, 17,5%; hombres, 15,6%). Y las madres solteras en este colectivo duplicaron a las de la encuesta de Barcelona (21,3% versus 10,4%, respectivamente).
Tanto el nivel educativo como la posición socioeconómica fueron más bajos en los ciudadanos del programa contra la pobreza energética, y la mayoría de sus participantes eran inquilinos (mujeres, 76,8%; hombres 72,7%), mientras que la mayoría de la muestra de población de la ciudad condal eran propietarios (mujeres, 66,2 %; hombres 63,4%).
Una alta proporción de participantes del programa contra la pobreza energética informaron que no podían permitirse mantener la temperatura adecuada en el hogar los meses de frío (mujeres, 78,0%; hombres, 74,8%) y una alta proporción de ellos tenía atrasos en las facturas de los servicios públicos (mujeres, 68,3%; hombres, 68,1%).
Además, ante la actual pandemia, los autores advierten de que "la anterior crisis económica agravó la pobreza energética en España, y a la luz de la actual crisis económica desencadenada por la covid-19 se espera que el problema de la pobreza energética se agrave con consecuencias adversas graves para la salud".