Europa Press
13 nov 2019. 16.35H
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MADRID, 13 (EUROPA PRESS)

Los hombres que caminan, al menos, 30 minutos al día después de un ataque cardíaco viven más que aquellos que tienen menos actividad física después de un infarto, según ha puesto de manifiesto un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Harvard (Estados Unidos) y que va a ser presentada en las sesiones científicas de la Asociación Americana del Corazón, que se celebrarán próximamente en Filadelfia.

No obstante, la mayor ventaja de supervivencia se encuentra en los hombres que tenían un alto nivel de actividad física antes de un ataque cardíaco y continuaron el mismo alto nivel después de un ataque cardíaco. Además, los que se vuelven físicamente activos después de un ataque cardíaco también viven más tiempo.

"Mantener una actividad física regular durante la vida adulta es importante porque se asocia a una mejor supervivencia, incluso después de un ataque cardíaco. Pero nunca es demasiado tarde para retomar la actividad física", han dicho los expertos.

Para alcanzar esta conclusión, los científicos analizaron la información de actividad física autoinformada de más de 1.500 hombres antes y después de haber sufrido un ataque cardíaco (a los 65 años, en promedio).

Tras un periodo de seguimiento de 14 años después del ataque cardíaco, los investigadores encontraron que aquellos que mantuvieron altos niveles de actividad física moderada a vigorosa (equivalente a, al menos, 2,5 horas a la semana de caminata rápida), tanto antes como después de sus ataques cardíacos, tenían un 39 por ciento menos de probabilidades de morir por cualquier causa que los hombres que tenían niveles más bajos de actividad física, tanto antes como después de sus ataques cardíacos.

Asimismo, aquellos que tenían bajos niveles de actividad física antes de sufrir el infarto, pero aumentaron a niveles altos después, tenían aproximadamente un tercio menos de probabilidades de morir que aquellos que se quedaron en niveles bajos.

Al mismo tiempo, los hombres que caminaron, al menos, 30 minutos por día después de un infarto tenían casi un tercio menos de probabilidades de morir, independientemente de otras actividades físicas que realizaban.

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