MADRID, 10 (EUROPA PRESS)
Científicos del Texas A&M AgriLife Research (Estados Unidos) ha demostrado en un estudio en animales que un compuesto natural conocido como indol, que se encuentra en las bacterias intestinales y en muchas verduras como brócoli, coliflores y coles de Bruselas, también puede utilizarse para combatir la enfermedad del hígado graso no alcohólico (EHGNA).
"Creemos que los alimentos saludables con una alta capacidad de producción de antígenos son esenciales para prevenir la EHGNA y son beneficiosos para mejorar la salud de quienes la padecen. Este es otro ejemplo en el que la alteración de la dieta puede ayudar a prevenir o tratar enfermedades y mejorar el bienestar de las personas", ha comentado Chaodong Wu, investigador principal del estudio, que se ha publicado en la revista 'Hepatology'.
El EHGNA se produce cuando el hígado tiene mucha grasa, a veces debido a una nutrición poco saludable, como la ingesta excesiva de grasas saturadas. Si no se trata adecuadamente, esta condición puede conducir a una enfermedad hepática que ponga en peligro la vida, incluyendo cirrosis o cáncer de hígado.
Muchos factores contribuyen a esta patología. El hígado graso es de siete a diez veces más común en las personas con obesidad que en la población general. Además, la obesidad causa inflamación en el cuerpo. La causa de esta inflamación son los macrófagos, tipos de glóbulos blancos que normalmente combaten las infecciones. Esta inflamación agrava el daño hepático en las personas con enfermedades hepáticas.
Las bacterias intestinales también pueden tener un efecto en la progresión de la enfermedad del hígado graso. Estas bacterias producen muchos compuestos diferentes, uno de los cuales es el indol. En este nuevo trabajo, los científicos examinaron las concentraciones de indol en personas, modelos animales y células en laboratorio para ayudar a determinar su efecto en la inflamación del hígado y sus posibles beneficios para las personas con EHGNA.
En 137 personas, el equipo de investigación descubrió que las personas con un índice de masa corporal más alto tendían a tener niveles más bajos de indol en la sangre. Además, los niveles de indol en los que eran clínicamente obesos eran significativamente más bajos que los que se consideraban delgados. Y en los que tenían niveles más bajos, también había una mayor cantidad de depósitos de grasa en el hígado.
Para determinar con más precisión el impacto del indol, el equipo de investigación utilizó modelos animales alimentados con una dieta baja en grasas como control y una dieta alta en grasas para simular los efectos de la EHGNA. El tratamiento con indol de los modelos animales que imitan el hígado graso no alcohólico disminuyó significativamente la acumulación de grasa y la inflamación en el hígado.