Europa Press
18 sep 2023. 17.59H
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MADRID, 18 (EUROPA PRESS)

Las fluctuaciones hormonales, principalmente relacionadas con los estrógenos, son las que desencadenan los procesos de plasticidad del cerebro o neuroplasticidad durante el embarazo humano y el posparto, que consiste en la capacidad que tiene el cerebro para recuperarse, reestructurarse y adaptarse a nuevas situaciones, según una nueva revisión de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), del Instituto de Investigación Sanitaria Gregorio Marañón y del Hospital de Mar Research Institute.

Las tres entidades han llevado a cabo el primer artículo que ha revisado la literatura científica existente sobre la adaptación neurobiológica que ocurre durante el embarazo y el posparto en humanos y otros animales.

El análisis, que se ha publicado en 'Nature Reviews Neuroscience', ha revisado 174 artículos, en los que han analizado las conexiones en tres ámbitos fundamentales como son los cambios cerebrales, la evolución hormonal y la conducta maternal, con el objetivo de establecer nuevas líneas de estudio para avanzar en la investigación en mujeres.

Todas las evidencias, apuntan los investigadores, sugieren que las fluctuaciones hormonales, principalmente relacionadas con los estrógenos, son las que desencadenan los procesos de plasticidad del cerebro durante el embarazo humano y el posparto. Pero se requieren más estudios para dilucidar qué tipos de procesos de plasticidad -que implican cambios en la función celular, la estructura y la conectividad cerebrales-, están involucrados en la transición a la maternidad en humanos y cómo afectan a la conducta maternal.

La maternidad es un acontecimiento transformador fisiológica y psicológicamente, que comporta una serie de adaptaciones del comportamiento en la madre, dirigido a asegurar el bienestar de su descendencia.

De hecho, los investigadores de la UAB y del Hospital de Mar Research Institute demostraron, en 2017, que el embarazo implicaba cambios en la morfología del cerebro de las madres primerizas, reduciendo el volumen de la materia gris en regiones implicadas en las relaciones sociales, y que estos cambios se mantenían al menos hasta dos años después del parto.

A lo largo de estos años se ha visto que la materia gris del cerebro cambia de volumen en las diferentes etapas de la maternidad y el posparto, y que esta dinámica se acompaña de fluctuaciones hormonales extremas.

En el artículo, los investigadores describen por primera vez tres factores fundamentales para entender las adaptaciones a la maternidad en humanos. El primero, los estrógenos (estradiol) como las hormonas principales candidatas a inducir los cambios cerebrales.

El segundo factor es el circuito cerebral relacionado con la cognición social (con la corteza frontal medial y el precúneo, entre otras áreas) como la región donde se producen especialmente estos cambios. Y, el tercero, son los cambios psicológicos, es decir, los procesos cognitivos y emocionales necesarios para desarrollar un vínculo maternofilial adaptativo en las diversas fases del embarazo y el posparto. Este tercer factor constituye la parte que más se diferencia del resto de animales y que apenas se conoce.

A partir de las evidencias publicadas, los investigadores han apuntado qué procesos de neuroplasticidad es más probable que contribuyan a los cambios identificados, y cómo pueden estar relacionados con las hormonas del embarazo y la conducta maternal. También han trazado una hoja de ruta con varias líneas de investigación para avanzar en el estudio de la adaptación a la maternidad humana.

Una primera línea de investigación tendría que dirigirse a identificar los sustratos celulares cerebrales. La dinámica a gran escala de los cambios en la materia gris es improbable que esté producida exclusivamente por la plasticidad a nivel morfológico y molecular, apuntan los expertos. En ratas, se ha visto que la fluctuación de las hormonas, sobre todo en la última etapa del embarazo, afecta a la plasticidad en las neuronas y la microglía, con una mayor proliferación de este segundo tipo celular.

Un segundo abordaje tendría que estar encaminado a describir los mecanismos que explican cómo las hormonas sexuales, y, en especial, los estrógenos, que inducen los cambios en la reorganización estructural y conductual detectadas.

Dado el entorno hormonal que se da durante el embarazo y el posparto y la naturaleza interactiva de estas moléculas, lo más probable es que los cambios sean fruto de un complejo intercambio entre múltiples esteroides y péptidos hormonales. Para comprender mejor su papel, habría que estudiar un mayor número de hormonas y metabolitos, con especial atención a la oxitocina y la prolactina.

El tercer reto tendría como objetivo identificar la evolución psicológica durante el embarazo y el posparto y caracterizar los cambios funcionales cerebrales que son responsables del desarrollo de la conducta humana. En estudios con ratas se han observado cambios moleculares y morfológicos que acompañan la emergencia de la conducta maternal.

En humanos, la asociación entre cambios neuroanatómicos y diferentes aspectos de la conducta maternal son, además, pocos y difíciles de replicar. Mejorar la metodología en los estudios con resonancia magnética en humanos y en los cuestionarios permitiría inferir mejor el vínculo entre los cambios cerebrales observados y diferentes componentes de la conducta maternal. También se deberían tener en cuenta los factores extrínsecos del posparto, que podrían inducir cambios en los circuitos relacionados con el cuidado maternal.

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