Europa Press
20 feb 2020. 18.21H
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MADRID, 20 (EUROPA PRESS)

Las enfermedades no transmisibles (ENT), como las cardiovasculares o las mentales, representan 41 millones de muertes cada año, de las cuales el 85 por ciento se producen en países de ingresos bajos y medios, según el informe 'False Positive. Health Systems under New Pressures', elaborado por la consultora Oliver Wyman.

Asimismo, recogen que se espera que para 2030 la cifra ascienda a los 53 millones. "Problemas que antes eran considerados de una sociedad más adinerada, vinculadas a la realización de poco ejercicio y al consumo de alcohol y tabaco, son ahora una epidemia mundial, pues actualmente se estima que alrededor de 700 millones de personas en el mundo tienen un desorden, trastorno o enfermedad mental. Por ello, algunas como la depresión y la ansiedad han aumentado un 54 y un 42 por ciento entre 1990 y 2013, según datos de la OMS", argumentan.

Si bien las epidemias representan un grave problema para la vida humana, las enfermedades no transmisibles tienen un efecto gradualmente perjudicial sobre el bienestar de los individuos y las sociedades. Además de causar enormes sufrimientos físicos y psicológicos, las cuatro principales ENT, que son las enfermedades cardíacas, cáncer, diabetes y enfermedades respiratorias, junto con las enfermedades mentales, podrían haber costado a la economía mundial unos 47.000 millones de dólares (43.510 millones de euros) entre 2010 y 2019.

En el caso de las enfermedades infecciosas, el informe indica que el cambio climático también aumenta los posibles riesgos de contagio, pues el aumento de las temperaturas "está expandiendo los hábitats propicios para los mosquitos más allá de los trópicos, propagando enfermedades como el paludismo, el dengue o la fiebre amarilla". De esta manera, para 2080, el calentamiento mundial extremo podría exponer a mil millones de personas a enfermedades transmitidas por mosquitos en regiones que antes no estaban afectadas, como Europa y África oriental.

"Es por ello que la sanidad debe examinar a nivel mundial sus enfoques e instituciones actuales si se quiere mantener el nivel de progreso sanitario alcanzado en épocas anteriores y hacer frente a las nuevas amenazas. Y es que cuando los sistemas de salud no logran mitigar las vulnerabilidades ni adaptarse a contextos cambiantes, aumenta la probabilidad de crisis económicas, inestabilidad política y rupturas y conflictos entre estados", argumenta el documento.

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