Europa Press
27 feb 2020. 15.09H
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MADRID, 27 (EUROPA PRESS)

El informe anual de 2019 de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE) ha advertido sobre el consumo de sustancias psicoactivas entre los jóvenes, por lo que han pedido a los gobiernos que "presten más atención" a mejorar los servicios de prevención y tratamiento para los jóvenes.

El consumo de sustancias y las consecuencias para la salud conexas son mayores entre los jóvenes, siendo el cannabis la sustancia más consumida, según las conclusiones del Informe Mundial sobre las Drogas de 2018 de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD).

La UNODC estima que en 2016 el consumo de cannabis afectó al 5,6 por ciento, es decir, a 13,8 millones de jóvenes de 15 y 16 años de edad, con tasas que varían según la región. Las tasas más elevadas se registraron en Europa (13,9%), seguida de América (11,6%), Oceanía (11,4%), África (6,6%) y luego Asia (2,7%). Además, las estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 2015 muestran que, si bien las muertes por todas las causas representan únicamente el 4,8 por ciento en el grupo de edad de 15 a 29 años, suponen el 23,1 por ciento de los fallecimientos atribuidos a trastornos del consumo de drogas.

"De las sustancias sometidas a fiscalización internacional, el cannabis sigue desempeñando el papel más destacado tanto entre los adolescentes como entre los adultos. Prestamos especial atención a esta evolución y destacamos nuestra preocupación por la situación en unos pocos países que han tomado medidas para permitir el uso de sustancias sometidas a fiscalización, a saber, el cannabis, para usos no médicos, en contra de las disposiciones de los tratados de fiscalización de drogas y de las obligaciones que les incumben en virtud de ellos", ha comentado el presidente de la JIFE, Cornelis P. de Joncheere.

En su informe, se destaca que el consumo de alcohol y tabaco por parte de los niños y adolescentes está estrechamente vinculado con el inicio del consumo de sustancias psicoactivas. A menudo, el consumo de alcohol y tabaco precede al consumo de cannabis y otras sustancias controladas. Los estudios longitudinales que siguieron a los niños hasta la edad adulta han revelado que cuanto antes se inicie el consumo de alcohol, tabaco y cannabis durante los 16 a 19 años, mayor será la probabilidad de que se consuma opiáceos y cocaína en la edad adulta.

Las investigaciones han demostrado que los jóvenes son particularmente vulnerables al consumo habitual de drogas, lo que hace que se revisen los factores de riesgo y de protección. La necesidad de prevención y tratamiento para los niños y adolescentes debe tener en cuenta las influencias individuales y ambientales en los jóvenes y su desarrollo.

La JIFE pide a los gobiernos que establezcan sistemas nacionales de datos epidemiológicos para vigilar la evolución de las tendencias del consumo de sustancias psicoactivas entre los jóvenes. "Esto permitirá aplicar una prevención basada en pruebas antes de la edad de iniciación del consumo (prenatal, primera infancia/media infancia y primera adolescencia)", aseguran.

"Los gobiernos deberían invertir en el desarrollo de conocimientos profesionales especializados en la esfera de la prevención y el tratamiento del uso de sustancias, centrándose en las necesidades de los jóvenes. Esto debería incluir sistemas nacionales de capacitación y acreditación para los profesionales de la prevención y el tratamiento que participan en la adopción de decisiones, la planificación y la ejecución de programas", insisten.

Por otra parte, la JIFE recomienda que se someta a fiscalización internacional el metil alfafenilacetoacetato (MAPA), un preprecursor de la anfetamina y la metanfetamina. El MAPA no tiene usos legítimos conocidos más allá de las investigaciones, y puede clasificarse como precursor de diseño, hecho específicamente para eludir las medidas de fiscalización existentes. En marzo de 2020, por recomendación de la JIFE, la Comisión de Estupefacientes votará sobre la colocación del producto químico bajo fiscalización internacional.

SITUACIÓN EN AFGANISTÁN

Según la JIFE, en 2018 se produjo una reducción "sustancial" de la superficie total de cultivo ilegal de adormidera y de la cantidad estimada de opio producida en el Afganistán debido a la grave sequía. "Sin embargo, el tamaño estimado de la economía de los opiáceos sigue siendo considerable, y supera el valor de las exportaciones legales de bienes y servicios del país", apunta la JIFE, que asegura que "seguirá consultando al Gobierno del Afganistán para hacer frente a los problemas de fiscalización de drogas en el país".

En su informe de 2019, la JIFE reitera la necesidad de dar prioridad a las medidas para hacer frente a la economía ilícita de las drogas en el Afganistán, lo que "debería formar parte del esfuerzo general por consolidar la paz, establecer la seguridad y lograr el desarrollo sostenible del país". La JIFE exhorta a la comunidad internacional a que participe en este proceso mediante actividades de asistencia amplias de carácter local, nacional, regional e internacional.

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