MADRID, 15 (EUROPA PRESS)
El pronóstico del cáncer de mama ha ido mejorando paulatinamente en los últimos años gracias a tratamientos más personalizados, a una mejor estratificación de los pacientes y al desarrollo de paneles genómicos que permiten diferenciar qué pacientes se benefician de quimioterapia y cuáles no.
"Es necesario garantizar el futuro de la investigación tanto pública como privada y para ello es imprescindible la creación de herramientas que favorezcan el mecenazgo, además de la reducción de la burocracia, la mejora estructural del sistema y el aumento de la inversión pública", señala el vicepresidente de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), Álvaro Rodríguez-Lescure, en el marco de la campaña de comunicación "En Oncología cada AVANCE se escribe en Mayúsculas", que SEOM puso en marcha en el año 2013.
El objetivo de esta campaña es dar a conocer la evolución y los avances médicos que se han sucedido en estas últimas décadas en el tratamiento de los diferentes tumores. Así, los oncólogos destacan que, gracias a los avances en diagnóstico precoz y especialmente tratamiento, la mortalidad ha ido descendiendo en estos años, pese a los 32.536 casos diagnosticados y ser el tercer cáncer más común en España, si se tienen en cuenta ambos sexos. Concretamente, en 2017 fallecieron 6.573 mujeres por cáncer de mama.
Uno de los hitos más significativos en los últimos años fue el conocimiento de la heterogeneidad del cáncer de mama. Se trata de una enfermedad con subtipos biológicos diferentes que precisan tratamientos específicos.
El descubrimiento de tipos de cáncer con diferentes perfiles biológicos permitió en la década pasada incorporar anticuerpos monoclonales como el trastuzumab al tratamiento del cáncer de mama HER2 positivo, hasta entonces de mal pronóstico por su mayor agresividad.
En este sentido, las pacientes con cáncer de mama HER2 positivo ya no cuentan sólo con el trastuzumab, la asociación de un segundo anticuerpo -pertuzumab- al tratamiento ha mostrado incrementar notablemente la supervivencia en estadios avanzados, pues se advierte una mejoría de 15 meses en su esperanza de vida, llegando casi a los 5 años de supervivencia en un grupo de pacientes metastásicas que hace unos 15 años tenía un muy mal pronóstico. También T-DM1 (un moderno fármaco que combina de forma conjugada quimioterapia y trastuzumab) es altamente efectivo en pacientes que fracasan a tratamientos previos.
En las pacientes con enfermedad "hormonosensible" también se han comunicado resultados de nuevos fármacos biológicos que, asociados a tratamientos clásicos como la hormonoterapia, mejoran los resultados de estos. Everolimus primero, y más recientemente los inhibidores de CDK4/CDK6 como el palbociclib, ribociclib o abemaciclib han mejorado más la supervivencia de este subgrupo de pacientes.
Entre las pacientes con cáncer de mama metastásico y con presencia de una mutación en el gen BRCA1/2 en la línea germinal, los fármacos inhibidores de PARP (también denominados inhibidores de la poli (ADP-ribosa) polimerasa como el olaparib y talazoparib han demostrado un beneficio significativo disminuyendo el riesgo de progresión comparado con la terapia estándar.
LA INMUNOTERAPIA
La inmunoterapia también ha demostrado beneficio en un subgrupo de pacientes con cáncer de mama. Los tumores con ausencia de expresión de receptores hormonales y Her2 y que además presentan expresión de la proteína PDL1>1% se benefician de la combinación de fármacos dirigidos contra PDL1 combinados con quimioterapia.
Además, en estas tres décadas otro hecho de gran relevancia ha sido el incremento de cirugías conservadoras y menor intervención sobre la axila, evitando complicaciones y mejorando la calidad de vida de las mujeres con cáncer de mama.
En esta línea de maximizar la ecuación riesgo/beneficio de cada tratamiento, el test de expresión génica de 21 genes ha demostrado que muchas mujeres con cáncer de mama con ganglios axilares negativos y receptores hormonales positivos que obtiene una puntuación intermedia en el test molecular pueden evitar la quimioterapia sin que impacte en sus resultados oncológicos.
Cada uno de estos pasos suponía una mejora de un 2 o 3 por ciento en la tasa de recaídas, algo que podría ser considerado irrelevante. Sin embargo, con una estimación de 32.536 casos de cáncer de mama diagnosticados en 2019 en España, cada avance en el tratamiento que suponga un 1 por ciento de mejora en la tasa de supervivencia hace que 325 mujeres menos recaigan de su enfermedad y puedan disfrutar de una mejor calidad de vida con reincorporación plena a su vida social y laboral. Así, cada uno de esos avances ha conseguido aumentar la supervivencia en un 20 por ciento entre los años 70 y la actualidad.