MADRID, 12 (EUROPA PRESS)
La falta de actividad física moderada o vigorosa podría influir más en la fragilidad que el sedentarismo, según han evidenciado investigadores del CIBER de Fragilidad y Envejecimiento Saludable (CIBERFES) en la Universidad de Castilla-La Mancha y en el Hospital Virgen del Valle de Toledo.
No obstante, los expertos no han hallado en su trabajo, publicado en la revista 'Journal of Cachexia, Sarcopenia and Muscle', una relación entre un mayor sedentarismo y la evolución hacia una mayor fragilidad. No obstante, los expertos han asegurado que sus datos avalan la importancia de implementar intervenciones dirigidas a promover los niveles de actividad física de intensidad moderada- vigorosa desde etapas más tempranas para promover el envejecimiento exitoso.
En concreto, el estudio se ha centrado en determinar la bidireccionalidad de la relación entre actividad física de intensidad moderada-vigorosa, el sedentarismo y la fragilidad en adultos mayores. Para ello, hicieron un seguimiento durante cuatro años a 186 personas a partir de los 65 años incluidas en el 'Estudio de Toledo de Envejecimiento Saludable'.
"Estudios anteriores en este campo sugieren que aumentar la actividad física y reducir los niveles de comportamiento sedentario es una estrategia clave para atenuar las disminuciones en la masa muscular y la función física asociadas al envejecimiento, pudiendo retrasar también los síntomas clínicos de fragilidad en adultos mayores. Con este nuevo trabajo, tratamos de analizar la relación longitudinal de la actividad física moderada-vigorosa en los resultados de fragilidad y también la asociación de ésta con el comportamiento sedentario", han comentado los expertos.
En este sentido, los datos obtenidos del seguimiento de estos pacientes confirmaron que aquellas personas que llevaban a cabo un nivel más bajo de actividad física moderada- vigorosa al principio del estudio desarrollaron una mayor fragilidad posterior. Sin embargo, el hecho de pasar más tiempo en comportamientos sedentarios al principio del estudio no implicó una relación con la progresión hacia una mayor fragilidad con el paso de los años.
"Más bien al contrario, fue un estado de fragilidad incrementado inicial lo que pronosticó niveles más altos de sedentarismo, por lo que, curiosamente, nuestros resultados indican que el comportamiento sedentario no es un determinante de la fragilidad, sino más bien una consecuencia de la misma. Las observaciones del estudio actual señalan la posibilidad de que los efectos perjudiciales sobre la fragilidad se definan principalmente por las cantidades insuficientes de actividad física moderada-vigorosa en lugar de por una cantidad excesiva de tiempo sedentario", han zanjado.