Europa Press
27 oct 2020. 12.22H
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MADRID, 27 (EUROPA PRESS)

Desde el pasado mes de marzo, la demanda de probióticos destinados a fortalecer el sistema inmune ha experimentado un crecimiento del 71,4 por ciento en unidades respecto al mismo periodo del año anterior, "lo que pone de manifiesto la preocupación por el cuidado de la salud y, específicamente, por las defensas", según la directora de marketing de STADA España, Elena López.

Los probióticos suponen una forma natural de fortalecer las defensas, ya que son bacterias beneficiosas, al igual que la flora intestinal, que desempeñan una importante acción en el organismo en la medida en que mejoran la función inmunitaria, digestiva y respiratoria.

"Hay situaciones, como los cambios de estación, la llegada del frío, el estrés, la gripe, los resfriados y las vacunaciones, o etapas de nuestra vida, cuando llegamos a una edad avanzada, que pueden comprometer las defensas del organismo; y en estos casos donde las defensas necesitan una ayuda extra, como los probióticos", señalan desde Stada.

Sin embargo, los probióticos tienen efectos cepa-dependientes, es decir, no todos aportan los mismos beneficios; no todos sirven para todo. Por ejemplo, para proteger el sistema inmunitario y el restablecimiento de las defensas hay cepas probióticas específicas; es el caso de Lactobacillus plantarum CECT 7315 y CECT 7316.

EFECTO ANTIVIRAL, ANTIBACTERIANO Y ANTIPARASITARIO

En este sentido, ambos probióticos producen acetato, que a su vez induce la fabricación de la inmunoglobulina A (IgA), que es la primera línea de defensa del organismo humano frente a la infección, mediante la inhibición de la adhesión bacteriana y viral a las células epiteliales y la neutralización de las toxinas bacterianas y víricas, tanto intra como extracelulares. Esta provoca la producción de mucus y aumenta la barrera contra bacterias nocivas y patógenas; es antiviral, ya que neutraliza los virus; es antibacteriana, pues neutraliza toxinas bacterianas; y tiene acción antiparasitaria.

Asimismo, ambos probióticos también mejoran la inmunosenescencia, pues reducen la actividad inmunosupresora y, además, la actividad inflamatoria no aumenta. De igual forma, mejoran el estatus nutricional porque, como aclaran desde Stada, la malnutrición se asocia a un cambio en la microbiota intestinal que puede afectar a la respuesta inmune. "Los estudios de Lactoflora demuestran la correlación entre el efecto de la desnutrición y el incremento de infecciones junto con una baja producción de anticuerpos; de ahí la importancia de la nutrición para nuestro sistema inmunitario", explican.

Tal y como afirman desde la compañía, los estudios sobre los Lactobacillus plantarum CECT7315 y CECT7316 apuntan que estimulan la producción de inmunoglobulina después de la vacunación contra la gripe en ancianos, mejoran la inmunidad sistémica en sujetos de edad avanzada y mejoran el estado de salud general en personas de edad avanzada.

Asimismo, ambos probióticos son aptos para toda la población diversa, tanto para el consumo de personas en edad avanzada como para el resto de la familia, sobre todo en situaciones de "bajada de defensas".

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