Europa Press
08 oct 2019. 14.50H
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MADRID, 08 (EUROPA PRESS)

Un estudio internacional realizado por investigadores del Instituto de Tecnología de Tokio (Tokyo Tech) y la Universidad Médica de Tokio en Japón ha revelado una visión detallada de cómo la talidomida causa deformaciones a nivel molecular durante el desarrollo de las extremidades y los oídos.

Los hallazgos, publicado en 'Nature Chemical Biology', pueden contribuir a la reaparición de medicamentos seguros o no teratogénicos derivados de la talidomida como tratamiento para el cáncer y las enfermedades inflamatorias.

La talidomida tiene fama de ser una de las sustancias más potentes que pueden causar defectos de nacimiento. Originalmente utilizado a fines de la década de 1950 como tratamiento para las náuseas matutinas, la evidencia a principios de la década de 1960 relacionó la talidomida con anormalidades que incluyen extremidades acortadas y órganos defectuosos, lo que llevó a su prohibición en todo el mundo.

Sorprendentemente, según los hallazgos posteriores que resaltaron las propiedades antiinflamatorias y beneficiosas de la talidomida, el medicamento se ha convertido en un ejemplo importante de uno que puede reutilizarse para tratar la lepra o el mieloma múltiple, un tipo de cáncer de sangre.

"La tragedia de la talidomida no es un caso abierto en la historia médica, pero está en curso", explica el bioquímico Yuki Yamaguchi de Tokyo Tech, ya que "los nuevos bebés de talidomida han nacido después de su nueva aprobación en alrededor de 2000".

"Pero ahora sabemos que la talidomida y sus medicamentos derivados son altamente efectivos y están asociados con pocos efectos secundarios, a excepción de los efectos teratogénicos en el feto, a diferencia de muchos otros agentes anticancerígenos convencionales. Por lo tanto, la teratogenicidad sigue siendo un gran obstáculo para una aplicación más amplia de estos prometedores medicamentos", ha explicado.

AÑOS DE INVESTIGACIÓN

Para investigar los mecanismos detrás de la actividad de la talidomida con más detalle, Yamaguchi colaboró con Hiroshi Handa de la Universidad de Medicina de Tokio, Luisa Guerrini de la Universita degli Studi di Milano, Italia, y otros para realizar estudios de desarrollo utilizando el pez cebra como organismo modelo. Esta colaboración se propuso explorar el presentimiento de Guerrini de que la familia de proteínas p63 podría estar involucrada de manera crítica.

En 2010, un equipo dirigido por Handa y Yamaguchi logró un gran avance al identificar el cereblón como una proteína clave a través de la cual la talidomida inicia sus efectos adversos o teratogénicos.

Este último estudio muestra que después de unirse al cereblón, la talidomida causa daño a las aletas (correspondientes a las extremidades) y a las vesículas óticas (correspondientes a las orejas) al inducir la descomposición de dos tipos de proteínas p63. Específicamente, el estudio sugiere que la descomposición de Np63a produce defectos en las extremidades, mientras que el de TAp63a conduce a defectos en los oídos.

Comprender cómo funciona el cereblón para mediar los efectos de la talidomida podría transformar la forma en que se desarrollan los medicamentos, alejándose del descubrimiento fortuito y hacia un diseño molecular racional. "El cambio sería como pasar de buscar una aguja en un pajar a tallar una aguja en el hueso", señala Yamaguchi.

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