MADRID, 5 (EUROPA PRESS)
Personal investigador del Instituto de Neurociencias de la UAB (INc UAB), junto con las áreas de cardiovasculares (CIBERCV) y enfermedades neurodegenerativas (CIBERNED) del CIBER estudian los beneficios del vorinostat, un medicamento utilizado contra el linfoma cutáneo, en la recuperación de los síntomas tras un ictus cerebral.
El estudio revela que este fármaco, al inhibir las deacetilasas de histonas, demuestra potencial en la atenuación de lesiones cerebrales y la promoción de la recuperación del tejido. Los resultados, publicados en 'Biomedicine and Pharmacotherapy', resaltan la importancia de explorar este tratamiento más allá de la fase preclínica, subrayando la urgencia clínica y respaldando futuras investigaciones preclínicas para evaluar su eficacia y seguridad en pacientes que han sufrido un ictus.
El ictus isquémico es la segunda causa de muerte en todo el mundo y se produce cuando el flujo sanguíneo no puede llegar al cerebro debido a una obstrucción. Durante un momento más o menos largo, el cerebro no recibe oxígeno y esto provoca daños y deterioro funcional. La hipertensión es el factor de riesgo modificable más frecuente de ictus y se asocia con peores recuperaciones.
"Vimos que tan solo con una única dosis de fármaco, aplicado durante el período de reperfusión, se conseguían prevenir múltiples factores asociados a la patología del ictus. Esto abre camino a la investigación con este tipo de tratamiento más allá de la fase preclínica", explica la primera autora del artículo Andrea Díaz investigadora de la UAB y del CIBERNED.
Además, el personal investigador demuestra que el tratamiento protege no solo al cerebro, sino también a los vasos que lo rodean, y lo hace incluso pasadas unas horas después del ictus.
"Dada la necesidad clínica urgente de fármacos para tratar el ictus isquémico agudo, y que el vorinostat está aprobado para uso humano, estos hallazgos deben incentivar el abordaje de más investigaciones preclínicas que evalúen, por ejemplo, su efecto en hembras y animales viejos, en modelos animales con otras comorbilidades comunes de ictus como la diabetes, sus efectos a largo plazo, etc. Esto abriría el camino para el correcto diseño de futuros ensayos clínicos que prueben su eficacia y seguridad en pacientes que han sufrido un ictus", concluye el coordinador del estudio Francisco Jiménez-Altayó, investigador del Departamento de Farmacología, Terapéutica y Toxicología de la UAB y CIBERCV.