MADRID, 23 (EUROPA PRESS)
La leucemia suele originarse en la llamada célula madre leucémica, que reside en un nicho promotor y protector del tumor dentro de la médula ósea. Ahora, científicos del Instituto Max Planck de Bioquímica de Martinsried (Alemania) han encontrado una nueva forma de hacer vulnerables a estas células desplazando específicamente estas células de sus nichos.
Dado que las células sanguíneas tienen una vida limitada, se pierden durante las hemorragias o se agotan durante las infecciones, deben ser reemplazadas continuamente. Este suministro está asegurado por las llamadas células madre hematopoyéticas de la médula ósea. Estas células pueden convertirse en cualquier tipo de célula sanguínea.
En la leucemia mieloide crónica, la célula madre hematopoyética sufre una mutación genética al recombinar los cromosomas 9 y 22. Como resultado, los bloques de construcción de genes se fusionan que de otra manera no estarían en contacto entre sí. El cromosoma incorrectamente ensamblado se llama cromosoma Filadelfia y alberga el manual de construcción del llamado oncogen BCR-ABL. Esto hace que la célula madre leucémica se comporte de forma egoísta y se divida a expensas de las células madre sanguíneas sanas.
Una célula madre leucémica crea un ambiente llamado el nicho maligno que asegura su supervivencia y proliferación. Para permanecer en este nicho promotor de tumores, la célula madre leucémica utiliza las llamadas integrinas para adherirse a un andamio de proteínas extracelulares, la llamada matriz extracelular, y a las células vecinas. En la célula madre leucémica, la actividad y la función de las integrinas se ve facilitada por una proteína intracelular llamada Kindlin.
"La isoforma Kindlin-3 sólo es utilizada por las células sanguíneas. Si los ratones albergan células madre leucémicas que carecen de Kindlin-3, no desarrollan leucemia. Sin Kindlin-3 e integrinas activas, las células madre leucémicas no pueden adherirse a su nicho ambiental y son liberadas de la médula ósea a la sangre. Dado que tampoco pueden establecerse en otro lugar, permanecen en la sangre. Allí las células madre leucémicas carecen del apoyo que necesitan urgentemente, que normalmente reciben del nicho, y mueren", explica el primer autor del estudio, Peter Krenn.
El nuevo hallazgo de que las células madre leucémicas expresan una proteína llamada CTLA-4 en su superficie, que está ausente en las células madre sanguíneas sanas, permitió a los investigadores distinguir una célula madre leucémica de una célula madre sanguínea sana. Los científicos usaron el receptor CTLA-4 como una lanzadera para entregar un compuesto destructor de Kindlin-3, en las células madre leucémicas.
"CTLA-4 solo está presente brevemente en la superficie de la célula y luego se recicla rápidamente de nuevo en la célula y luego de nuevo a la superficie de la célula. Esto nos permitió introducir un siRNA degradante de Kindlin-3 en la célula acoplándolo a una secuencia de ARN de unión a CTLA-4, que se llama aptámero. La célula madre leucémica sin Kindlin-3 es expulsada de la médula ósea y la leucemia pierde su origen y se queda sin combustible", detalla el investigador, cuyo trabajo se ha publicado en la revista 'Proceedings of the National Academy of Sciences'.