Europa Press
22 may 2019. 17.17H
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MADRID, 22 (EUROPA PRESS)

Una nueva investigación de la Universidad Brigham Young (Estados Unidos) ha determinado que exponer a las personas al dolor y sufrimiento causado por las enfermedades que se pueden prevenir con vacunas es más efectivo que tratar de combatir los argumentos de los 'antivacunas' a través de datos.

Los recientes brotes de sarampión, tanto en Estados Unidos como en algunos países europeos, se han atribuido a un número cada vez mayor de personas que deciden no vacunarse a sí mismos o a sus hijos. Sus argumentos giran en torno a falsedades, como que las vacunas producen autismo.

"Las vacunas son víctimas de su propio éxito. Son tan eficaces que la mayoría de la gente no tiene experiencia con las enfermedades que se pueden prevenir con vacunas. Necesitamos familiarizar a la gente con los peligros de esas enfermedades", explica uno de los responsables de ste trabajo, Brian Poole, profesor asociado de Microbiología y Biología Molecular.

Los investigadores diseñaron una intervención para estudiantes universitarios en Provo (Utah), una ciudad que ocupa el sexto lugar a nivel nacional en cuanto a los niños de guarderías que no están vacunados, con la esperanza de mejorar las tasas de vacunación y su aceptación entre los futuros padres. El experimento se llevó a cabo con 574 estudiantes: 491 estaban a favor de las vacunas y 83 en contra, según una encuesta previa al estudio.

Para el estudio, se pidió a la mitad de los estudiantes que entrevistaran a alguien que había experimentado una enfermedad prevenible con vacunas como la polio, mientras que la otra mitad (que servía como grupo de control) entrevistó a alguien que tenía una enfermedad autoinmune. Mientras tanto, algunos estudiantes también se inscribieron en cursos que contenían un intenso plan de estudios relacionado con el sistema inmunológico y las vacunas, mientras que otros se inscribieron en un curso sin plan de estudios sobre vacunas.

Una estudiante entrevistó a un miembro de la congregación de su iglesia que tenía herpes zóster. "El dolor era tan fuerte que terminó en una clínica de control del dolor donde le inyectaron esteroides en la columna vertebral. Los analgésicos ni siquiera calmaban su dolor. Durante meses, no pudo salir de casa", relató. Otra estudiante entrevistó a su abuela, que sufría de tuberculosis. "No me gusta la idea del sufrimiento físico, así que escuchar a alguien que contrae una enfermedad hace que la idea de contraer una enfermedad si no me vacunan parezca más real", comentó uno de los participantes en el trabajo.

Casi el 70 por ciento de los estudiantes que entrevistaron a alguien que tenía una enfermedad que se podía prevenir con una vacuna pasaron de ser indecisos a ser provacunas al final del estudio, incluso cuando no tenían un plan de estudios que incorporara información positiva sobre las vacunas. En general, el 75 por ciento de los estudiantes que recibieron la vacuna aumentaron sus puntuaciones de actitud respecto a la vacuna, y el 50 por ciento adoptó actitudes a favor de la vacuna.

Además, todos los estudiantes resistentes a las vacunas inscritos en un curso con un plan de estudios intensivo de vacunas aumentaron significativamente sus puntuaciones respecto a la vacuna, y la mayoría pasaron a la categoría de provacunas.

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