(Vincular esta noticia anterior del servicio de hoy sobre el uso de la técnica en prisiones de Huelva y Córdoba)
MADRID, 8 (EUROPA PRESS)
La estimulación cerebral profunda no conlleva ningún riesgo serio para la salud del paciente, más allá de los que puede ocasionar cualquier procedimiento médico, según han asegurado a Europa Press la neuróloga del equipo de neurocirujanos del Instituto Oliver&Ayats del Centro Médico Teknon, Anna María Pujol, y el psiquiatra del Hospital La Luz de Madrid, José Luis Pedreira.
Este tratamiento quirúrgico, utilizado desde hace 25 años en la enfermedad del Parkinson, consiste en implantar un dispositivo médico que envía impulsos eléctricos a puntos específicos del cerebro. "En este caso es indiscutible su efectividad, al igual que en ciertos tipos de distonías o, incluso, en algunas formas de depresión", ha aseverado la doctora Anna María Pujol.
De hecho, el doctor Pedreira ha informado de que en los síntomas depresivos ha tenido algún tipo de efecto beneficioso, si bien han sido menos de los esperados y siempre se han realizado después del tratamiento farmacológico. "Se han obtenido mejores resultados en depresiones leves", pero no son contundentes, ha dicho.
En el resto de enfermedades mentales no hay estudios clínicos publicados que confirmen su eficacia. Precisamente, un estudio de pruebas de estimulación cerebral mediante corrientes eléctricas que se realizó en 2016 en el centro penitenciario de Huelva y en 2017 en otro de Córdoba, con 41 presos considerados violentos, ha sido suspendido recientemente por parte de Instituciones Penitenciarias hasta que se conozcan las conclusiones de un informe de salud penitenciaria que se está realizando.
El objetivo de esta investigación era calmar las conductas agresivas y, para ello, se colocaron a los presos, que participaron de forma voluntaria, unos electrodos en la cabeza con el fin de llevar una corriente suave para estimular dos hemisferios cerebrales al mismo tiempo. El experimento se prolongó durante tres días y, tras ese periodo, se concluyó que estos estímulos bajaban la agresividad en parámetros como violencia verbal, física, rabia y hostilidad.
Sin embargo, ninguno de los doctores ha querido entrar valorar este trabajo, recordando que sus resultados todavía no han sido publicados en una revista científica, si bien ambos han insistido en que sea o no efectiva la terapia en estos casos concretos, lo que sí es seguro es que no conllevan ningún riesgo importante para la salud.