MADRID, 27 (EUROPA PRESS)
La dermatitis atópica, una enfermedad crónica incurable, "puede provocar efectos psicológicos negativos hasta en el 50% de los pacientes, tales como alteraciones del sueño, ansiedad, depresión o aislamiento", señala La doctora Milagros Lázaro, presidenta del Comité de Alergia Cutánea de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC),
La dermatitis atópica es una enfermedad inflamatoria crónica de la piel que cursa con prurito (picor), que puede ser muy intenso hasta el punto de afectar considerablemente la calidad de vida del paciente. La lesión típica es el eccema, que consiste en una o múltiples áreas de enrojecimiento y descamación de la piel.
Esta patología de base genética se produce por una alteración de los mecanismos de la función barrera de la piel, facilitando la sequedad de la misma, junto con una activación del sistema inmunitario que condiciona los brotes de inflamación. En muchos casos, puede subyacer una alergia a alimentos o alérgenos ambientales.
Por su parte, Jaime Llaneza, presidente de la Asociación de Afectados por la Dermatitis Atópica (AADA), explica que "vivir con DA es vivir con un picor constante que no te deja disfrutar con normalidad de cosas más sencillas y cotidianas. "Con la celebración queremos concienciar a la sociedad, a través de nuestra red de pacientes, sobre lo que significa vivir con esta patología a diario, que luchen por sus intereses y que sea reconocida y respetada por todos", añade.
La prevalencia de la dermatitis atópica en España se estima en un 3,4 por ciento de la población general, del cual el 60 por ciento de los casos son infantiles. Esta enfermedad cutánea inflamatoria crónica es la más frecuente en la infancia, con evidencias crecientes de su extensión más allá de la adolescencia. De hecho, en el 19,1 por ciento de los casos de dermatitis atópica se produce en niños de 0 a 5 años.
Lázaro señala que "la dermatitis atópica se considera un señuelo de otras enfermedades alérgicas", lo que dirige parte del esfuerzo que se realiza en esta enfermedad a varios puntos como la prevención, a través de medidas dirigidas potenciar la función de la barrera cutánea, impidiendo así nuevas sensibilizaciones.
Asimismo, al manejo clínico, considerando al paciente con dermatitis como un todo, no centrándose únicamente en el manejo de la piel, sino atendiendo a la posibilidad de la coexistencia de otras enfermedades alérgicas, como la rinitis, el asma o la alergia a los alimentos. En este sentido, el alergólogo es el especialista que, por su formación global, es el mejor capacitado para atender todas estas manifestaciones en su conjunto.
Por último, la doctora reconoce que esta enfermedad cutánea en sus formas más graves sigue siendo un reto diagnóstico y terapéutico para los especialistas. "En los últimos diez años el interés por esta patología desde cualquier perspectiva, clínica, fisiopatológica, terapéutica y de afectación de la calidad de vida de los pacientes ha crecido de forma exponencial paralelamente con los resultados de las investigaciones más recientes en este campo", asevera.