MADRID, 22 (EUROPA PRESS)
Hasta 100.000 millones de tampones y compresas son desechadas cada año en todo el mundo, según un informe realizado por INTIMINA con motivo del Día Internacional de la Madre Tierra.
La compañía señala que "aunque los productos para la regla han avanzado a lo largo de los años, mejorando la calidad de vida de las mujeres, es cierto que su uso conlleva desventajas, no solo para la salud íntima femenina, sino también para el cuidado del medio ambiente".
En concreto, explican, "los tampones están hechos de algodón blanqueado o rayón, pudiendo contener dioxinas (compuests químicos que se producen a partir de procesos de combustión que implican al cloro), fragancias, fibras y pesticidas".
Estos compuestos, poco seguros para la salud, son los responsables de que los tampones tarden en biodegradarse seis meses. Además, si estos tienen aplicador, el proceso se ralentiza, llegando a tardar en desaparecer del planeta cientos de años. Por su parte, las compresas, hechas en su mayoría en un 90 por ciento de plástico, tardan 300 años en desaparecer.
Los expertos de la compañía INTIMINA afirman que "además de tomar medidas sostenibles, como ahorrar agua o reemplazar las bolsas de plástico por las de papel, podemos ayudar al cuidado del medio ambiente sustituyendo los tampones y las compresas por opciones más sostenibles como las copas menstruales".
Sobre esto, la compañía explica que una copa menstrual reduce la compra de productos alternativos, pues este método de protección es reutilizable hasta 10 años. Asimismo, afirman, con el uso de la copa menstrual se ahorra una media del 75 por ciento de lo que se suele gastar en la protección para el periodo.
"Este revolucionario método de protección es la alternativa perfecta a los productos convencionales. Con su uso ayudamos al consumo responsable, a reducir la huella ecológica y a cuidar nuestro planeta", concluyen los expertos de INTIMINA.