MADRID, 21 (EUROPA PRESS)
La eficacia de los inhibidores de tirosina cinasa (ITC), que modifican la historia natural de la leucemia mieloide crónica (LMC), ha logrado controlarla en cerca del 95 por ciento de los casos", según ha comentado el presidente del Grupo Español de Leucemia Mieloide Crónica (GELMC), de la Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia (SEHH), y hematólogo del Hospital Universitario de La Princesa (Madrid), Juan Luis Steegmann, con motivo de la celebración, este martes, del Día Mundial de la enfermedad.
Según datos de la sección española del estudio poblacional epidemiológico europeo EUTOS-pop, la incidencia de la LMC en España se sitúa en 1,08 casos por 100.000 habitantes/año, y la edad mediana al diagnóstico es de 54 años.
"En estos momentos, en España contamos con un total de cinco ITC: imatinib (que ya es un fármaco genérico), nilotinib, dasatinib, bosutinib y ponatinib. Además, entre los fármacos más prometedores se encuentra el asciminib, que ha demostrado ser útil, tanto en monoterapia como en combinación, con un perfil de toxicidad muy favorable, por lo que ha conseguido la calificación de medicamento "a proteger" o "huérfano" (orphan drug en inglés)", ha señalado el secretario científico del GELMC y hematólogo del Hospital Universitario de Salamanca, Fermín Sánchez-Guijo.
Sin embargo, la suspensión definitiva del tratamiento sigue representando un importante desafío. "Aproximadamente, la mitad de los pacientes con respuesta profunda mantenida, a los que se retira el tratamiento, se mantienen libres de enfermedad a largo plazo, por lo que, mejorar este porcentaje es otro de los grandes retos actuales", ha aseverado Steegmann.
PRONÓSTICO Y CALIDAD DE VIDA EN LA LMC
Según ha dicho el doctor Sánchez-Guijo, "afortunadamente" la esperanza de vida de los pacientes con LMC diagnosticados en fase crónica se aproxima al de la población de su edad sin leucemia. Sin embargo, ha avisado de que en estos pacientes, que son la mayoría, la presencia de comorbilidades tiene una importancia notable e influye en la calidad de vida.
Finalmente, los expertos han advertido de que aún quedan "muchos retos" por superar, que pasan por controlar los efectos adversos, limitaciones en fertilidad y embarazo, capacidad de reintegración laboral, toxicidad específica en pacientes pediátricos y jóvenes, y toxicidad osteomuscular relacionada con la discontinuación, entre otros.