El Servicio de Neurocirugía del Hospital La Paz de Madrid ha implantado por primera vez en nuestro país, y por segunda en Europa, un dispositivo de neuroestimulación de última generación para el dolor crónico de espalda y piernas. “El sistema modula la actividad cerebral a través de impulsos eléctricos localizados en las vías que transmiten el dolor. Así, cambia la señal de aparición del dolor por una sensación de hormigueo, aumentando la capacidad vital del paciente”, explica José Paz Solís, coordinador de la Unidad de Neurocirugía Funcional. Los dos pacientes intervenidos en el centro sanitario madrileño sufrían dolor crónico refractario neuropático.
Paz Solís destaca como “hito” de esta nueva tecnología su compatibilidad con los equipos de resonancia magnética de cuerpo entero. “Antes no se podían hacer resonancias a los pacientes con neuroestimuladores porque se podían calentar los contactos de los electrodos y hacer daño en el tejido neuronal o estropear el dispositivo”, explica el especialista. Los pacientes que tienen implantados modelos anteriores se someten a pruebas de imagen alternativas menos precisas o, si la resonancia es absolutamente necesaria, deben quitarse el dispositivo. Por el contrario, el electrodo del nuevo estimulador se ha diseñado con una triple capa para cancelar la energía de radiofrecuencia que causa el calor, protegiendo al paciente a la hora de someterse a una resonancia magnética.
Otra de las ventajas de este neuroestimulador, desarrollado por Boston Scientific, es que adapta la terapia a las necesidades del paciente, ya que, con un único generador, se pueden hacer diferentes tipos de programación que pueden variar a lo largo del tiempo.
Además, mediante una fuente de energía dedicada específicamente a cada uno de los polos del electrodo (hasta 32), el sistema permite afinar el tamaño y la forma del campo de estimulación. Esto minimiza los efectos secundarios de una reacción no deseada y prolonga el tratamiento. En opinión de Paz Solís, se trata de un avance “muy positivo que permite adaptar el tratamiento a cada paciente de manera consistente y efectiva”.
Los candidatos para esta tecnología son aquellos que “tienen un dolor intratable con fármacos y cuya calidad de vida se ve muy mermada”, detalla el coordinador de la Unidad de Neurocirugía Funcional. El dispositivo se implanta en la región posterior de la médula y el paciente tiene que aprender a programarlo a través de su smartphone. Las baterías son recargables a través de radiofrecuencia –en los modelos anteriores la batería se agotaba cada tres o cuatro años y había que abrir el bolsillo subcutáneo para cambiar la pila– y tiene una vida media de entre 9 y 25 años.
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