Durante el último Congreso de la Sociedad Europea de Radiología Cardiovascular e Intervencional (Cirse 2016), celebrado recientemente en Barcelona, Boston Scientific ha presentado los datos del estudio Majestic, que prueba la eficacia a dos años del stent farmacoactivo Eluvia para el tratamiento de la arteriopatía periférica. Tras más de 12 meses de liberación del fármaco, el rendimiento de este dispositivo sigue siendo superior al de los stents metálicos sin recubrimiento, lo que se traduce en una reducción del número de intervenciones adicionales y una mejora de la calidad de vida en los pacientes estudiados.
“No estamos acostumbrados a tener unos resultados tan buenos en el sector femoropoplíteo”, comenta Elena Lonjedo, de la Unidad de Radiología Intervencionista del Hospital Universitario Doctor Peset de Valencia. La arteriopatía periférica es un trastorno circulatorio ocasionado por la presencia de placa ateromatosa en una o varias arterias y que afecta más frecuentemente a las piernas. Con el avance de la enfermedad, la acumulación de placa puede llegar a reducir significativamente el flujo de sangre a través de las arterias, lo que causa dolor (claudicación) y un creciente grado de discapacidad, siendo con frecuencia causa de amputación en los casos graves. Se calcula que del 12 al 14 por ciento de la población sufre arteriopatía periférica.
Inicialmente, el tratamiento de elección para esta enfermedad era el bypass quirúrgico, pero no todos los pacientes eran candidatos y las permeabilidades en el tiempo no eran muy esperanzadoras, sobre todo si el bypass era de PTFE y con anastomosis en poplítea distal. Después, entraron en juego las técnicas percutáneas para la claudicación severa: primero la angioplastia simple, seguida de la angioplastia con balón con droga, de los stents convencionales y de los stents con fármacos de primera generación. “Los primeros stents eran muy rígidos y no se adaptaban a las características de la arteria femoral con un índice de rotura alto y con permeabilidades al año del 70 por ciento. En el camino de mejorar la tecnología y con el seguimiento de los pacientes hemos conseguido mejorar permeabilidades y resultados. Los stents de nueva generación han supuesto una gran mejoría”, señala Lonjedo, dado que se adaptan a los requerimientos físicos de este sector vascular y garantizan la permeabilidad en el tiempo.
“Es una alternativa buenísima para una patología muy frecuente que limita mucho la calidad de vida de los pacientes”, comenta la especialista, quien detalla que el dispositivo “ayuda a preservar permeables los vasos por encima del 90 por ciento en un territorio vascular hostil”. En opinión de la especialista, “es muy esperanzador obtener buenos resultados en tratamientos que son menos agresivos y no requieren cirugías abiertas”.
Así funciona el stent Eluvia
“Al estar cubierto con droga, la tecnología biomecánica del Eluvia hace que los vasos no solo estén abiertos en el momento de colocar el stent, sino que haya una permeabilidad mantenida en el tiempo por el efecto añadido que supone el fármaco”, explica la especialista. “Se coloca de manera sencilla con el mecanismo habitual de despliegue de los stent autoexpandibles con el sistema pull-back. Al ser autoexpandible, la colocación es precisa, ajustándose a la lesión que hay que tratar. Al desplegar el stent, el fármaco impacta dentro de la pared del vaso y hace que disminuya la reacción de la arteria cuando se coloca algo extraño en su interior, evitando así que el dispositivo se cierre con el tiempo. Además, se adapta mejor a las fuerzas de flexión, tracción y rotación a las que está sometida la arteria femoral”, detalla.
Los pacientes candidatos son aquellos que tienen una enfermedad arteriosclerosa de los miembros inferiores y que presentan una clínica de claudicación severa con incapacidad y merma de la calidad de vida, así como aquellos que tienen una isquemia de miembros inferiores establecida.
Según Lonjedo, Eluvia ofrece un aumento de la permeabilidad del cinco por ciento respecto a otras tecnologías. Sin embargo, indica que los estudios son a corto plazo y que el tipo de lesiones en las que se ha estudiado no son las de peor pronóstico, como oclusiones largas y calcificaciones extensas. En este sentido, aunque queda camino por recorrer, afirma que los especialistas “vemos con muy buenos ojos las nuevas tecnologías que nos ayudan a acercarnos a territorios donde no están resueltas todavía las alternativas de tratamiento”.
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