La práctica médica todavía no se ha decantado por el uso de polímeros bioestables o biodegradables en stents farmacoactivos. Así se ha puesto de manifiesto en la IV Reunión de Innovación en Cardiología Intervencionista, organizada por Cardiva en Marbella.
La primera cuestión, han destacado los especialistas, es que no se puede meter a todos los polímeros de un tipo 'en el mismo saco'. Por ejemplo, los biodegradables pueden ser más parecidos entre sí, pero tienen distintos componentes, distinta hidrofilia e hidrofobia, el tiempo de degradación de los componentes del polímero es diferente, etc.
Así, Fernando Lozano, jefe de Sección de Hemodinámica del Hospital General Universitario de Ciudad Real, ha subrayado que el siguiente paso de los stents se trata de un “problema no resuelto, no sabemos a dónde tenemos que ir”.
En el diseño se ha avanzado mucho, los hay cada vez más finos. En el uso de fármacos, ha quedado demostrado la eficacia de sirolimus y derivados. Sin embargo, en la tercera pata de la evolución de lo stents, los polímeros, todavía no hay un camino claro.
Así, ante la pregunta de si el polímero debe permanecer o desaparecer, en teoría lo más sencillo es que acabara desapareciendo. Los fabricantes de polímeros biocompatibles destacan, sin embargo, que la integridad del recubrimiento es mejor al no desaparecer. Faltan estudios a largo plazo para inclinar la balanza hacia un lado u otro.
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