El Hospital Universitario Infanta Leonor de Madrid ha implantado un desfibrilador subcutáneo con seguimiento remoto a un paciente de 25 años con riesgo de muerte súbita. La nueva tecnología Emblem S-ICD –una versión mejorada de la primera generación de desfibriladores subcutáneos desarrollada por Boston Scientific– ya se ha utilizado en varios hospitales de nuestro país y su principal ventaja es que se implanta sin necesidad de introducir cables en el sistema vascular, lo que reduce efectos adversos.
“Como el electrodo está instalado a nivel subcutáneo, las complicaciones infecciosas tienen poca repercusión, mientras que las infecciones a nivel endovenoso pueden pasar al torrente sanguíneo y producir complicaciones muy serias”, detalla Ana Sánchez, cardióloga del Hospital Universitario Infanta Leonor.
El sistema de monitorización remota ofrece al paciente y a su médico la posibilidad de comprobar si ha habido algún episodio de arritmia o si se ha registrado algún problema de funcionamiento sin tener que pasar por la consulta.
Otra ventaja que destaca la especialista es que los electrodos del nuevo dispositivo “son muy resistentes, con una durabilidad esperada muy prolongada, por lo que son muy adecuados para pacientes jóvenes con expectativa de vida prolongada y, por lo tanto, con menores probabilidades de complicaciones del electrodo a largo plazo, como fracturas o pérdidas del aislante”.
Además, este desfibrilador subcutáneo de nueva generación es más pequeño, por lo que mejora la comodidad del paciente y el resultado estético, y la duración de la batería es mayor, lo que permite cambiarla cada siete años, reduciendo así la exposición del paciente a intervenciones quirúrgicas.
Como explica Sánchez, el Emblem S-ICD está indicado “para la prevención primaria en personas con riesgo de muerte súbita o para prevención secundaria en pacientes con arritmias ventriculares o que ya han tenido una parada cardiaca, siempre que no necesiten estimulación a través de un marcapasos, terapia de resincronización cardiaca o terapia de estimulación antitaquicardia (ATP)”.
El dispositivo subcutáneo se coloca más abajo de la axila, unido a un cable que transcurre paralelo al esternón, y su implantación no requiere tocar los vasos sanguíneos ni el corazón. “La intervención se hace con sedación y anestesia local, en una hora y media”, detalla la cardióloga. El paciente intervenido en el Infanta Leonor recibió el alta el día siguiente, de momento no ha presentado complicaciones y se ha reincorporado a su vida habitual.
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