Banco de leche de La Paz, solución con "colaboración" para cientos de bebés

Dos expertas explican el rol del proyecto en recién nacidos vulnerables y el papel de la Fundación Raúl Delgado



30 dic 2025. 05.30H
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Cuando la leche materna propia no es posible, la leche donada se convierte en un recurso terapéutico clave para los recién nacidos más vulnerables. En el Hospital Universitario La Paz de Madrid, el banco de leche materna, en colaboración con la Fundación Raúl Delgado, permite que cientos de bebés prematuros o con patologías graves reciban este alimento esencial en condiciones de máxima seguridad. Marta Cabrera Lafuente, médica del Departamento de Neonatología y coordinadora del banco de leche, y Adelina Pellicer Martínez, jefa del Servicio de Neonatología del hospital, analizan en esta entrevista la evolución del programa, su impacto clínico y asistencial, el perfil de las donantes y los retos de futuro de un modelo que se ha convertido en referente dentro del sistema sanitario público.

¿Cuál ha sido la evolución de este Banco de Leche del Hospital La Paz desde que inició su actividad y qué ha supuesto para su funcionamiento el hecho de haber incorporado en los últimos años la recepción, el envío de leche cruda y la captación de donantes?

Marta Cabrera LafuenteEl centro satélite de La Paz se inicia en 2014, cuando empieza a recibir leche pasteurizada del Banco Regional, que en ese momento se constituye en el Hospital 12 de Octubre. Desde entonces hasta hoy hemos ido evolucionando y avanzando en cada una de las etapas.

Al principio recibíamos solo leche pasteurizada, que se administra a los receptores más vulnerables, los niños que están ingresados en nuestra Unidad de Neonatología. Luego, en 2017, pasamos a aceptar donantes, a captar donantes, madres que pueden donar leche. Esto implica un proceso de formación y capacitación de estas mujeres. En ese momento empezamos a recibir también leche cruda de estas mujeres, que se enviaba al Hospital 12 de Octubre para su pasteurización.

Posteriormente, en 2020, establecimos ya un sistema de recogida a domicilio de la leche donada. Con lo cual, actualmente funcionamos como un centro satélite, por un lado como receptor de leche pasteurizada y, por otro, como centro de captación y aceptación de donantes. Con todo ello contribuimos al Banco Regional de la Comunidad de Madrid.

En el 2024, 779 recién nacidos vulnerables de la Comunidad de Madrid se han beneficiado de la leche donada. 

Desde la perspectiva clínica, Adelina, ¿qué efectos han observado en la evolución de estos bebés, estos pacientes, gracias al acceso a una leche humana segura?

Adelina Pellicer Martínez.  Bueno, en estos casos en particular es difícil analizar el impacto directo. Nos guiamos por la evidencia científica existente sobre el beneficio que tiene la leche humana en los pacientes vulnerables. Indirectamente, lo que podemos comentar son tendencias que hayamos podido observar en nuestro servicio desde que se abre el Banco de Leche.

En relación con esto, siendo la leche humana indiscutiblemente el alimento natural de un recién nacido, lo lógico es que sea alimentado con ella. En nuestro contexto esto es muy difícil, porque muchos de los niños son extremadamente prematuros o muy enfermos, o porque son portadores de enfermedades, por ejemplo, cardiopatías congénitas, aunque hayan nacido a término.

Esto genera un estado de ansiedad tremendo en las familias y, muchas veces, las madres no son capaces inicialmente de generar leche. Con lo cual, les estamos ofreciendo de forma natural el alimento que deberían recibir directamente de sus madres. A partir de ahí se derivan todos los beneficios que se les supone.

Son beneficios que están descritos en términos teóricos, pero que luego se traducen en la práctica. Hemos observado, por ejemplo, la evolución de nuestras tasas de enterocolitis necrosante, que es una enfermedad muy prevalente en el recién nacido prematuro. Cuanto más extremo es el prematuro, mayor es el riesgo, y nosotros tenemos unas tasas muy bajas.

¿En qué medida esto es debido a poderlos alimentar exclusivamente con leche materna o no? Eso es más difícil de responder, pero indudablemente es la manera correcta de hacerlo. Pero yo añadiría algo más. Creo que el hecho de liberar a alguien de una condición de estrés que viene propiciada por su situación —estoy hablando de la madre que acaba de dar a luz a un prematuro extremo—, el hecho de liberarla de la obligación de estar sacándose leche inmediatamente porque, si no, su hijo no va a poder nutrirse de la mejor forma posible, ya genera un efecto positivo indirecto sobre esa madre. Se va a relajar porque sabe que ella va a hacer todo lo posible por contribuir al cuidado y a la alimentación de su bebé, pero que desde el primer momento su bebé va a estar adecuadamente alimentado.

Yo creo que hay beneficios directos e indirectos. Y en cuanto a en qué esferas se manifiestan, la más contrastada, sin duda, es el impacto sobre la madurez del tubo digestivo para evitar problemas mayores como la enterocolitis necrosante. La leche donada, frente a la leche de la propia madre, puede perder algunos beneficios, pero sigue siendo leche humana y sigue teniendo un efecto protector claro.

En 2024, un total de 779 bebés en situación de vulnerabilidad recibieron leche donada en la Comunidad de Madrid, 224 en el Hospital Universitario de La Paz.


M.C. Sí, yo creo que lo que está descrito en la literatura es una reducción de hasta el 50 por ciento de esta enfermedad grave del intestino, y esto se constata en todas las unidades que tienen un banco de leche o que disponen de leche donada. Y luego, como comentaba la doctora Pellicer, la posibilidad de que esas mujeres vayan hacia su propia lactancia sin el estrés añadido de la situación que están viviendo por el hecho de disponer de un banco de leche.

Luego esas mujeres acaban produciendo su propia leche, pero realmente ese primer momento, el disponer de leche donada, y eso te lo dicen las mujeres receptoras, las madres de bebés que han recibido leche donada, les ha ayudado mucho en su propia lactancia el saber que en esos primeros días disponían de leche de otras mujeres.

Adelina Pellicer: "El cambio de cultura en una organización es fundamental para conseguir un impacto como el que hemos logrado"


Y hay otro beneficio muy importante de tener un banco de leche en una unidad neonatal, y es que uno de los objetivos del banco o del centro satélite es la promoción de la lactancia materna en sí. Esto es beneficioso a largo plazo porque son intervenciones que mejoran la salud. Y esto se constata en las unidades que empezamos con un banco de leche: se crea una cultura de lactancia, se implican las gestiones, las gerencias, los propios servicios, y poco a poco eso va calando en un mayor porcentaje de lactancia materna de manera general.

A.P. Eso es muy importante. El cambio de la cultura de una organización es fundamental para conseguir el impacto deseado. Acciones de este tipo generan efectos inmediatos. La participación de la gerencia en un proyecto como este, que busca que el Hospital La Paz sea un hospital de soporte a la lactancia materna, es clave. Si no se cuenta con la ayuda de la gerencia, de la dirección médica y de enfermería, es muy difícil conseguirlo.

Las cosas parecen sencillas y naturales, pero no lo son tanto. El contexto tan estresante de nuestro entorno genera disfunciones en procesos naturales como la producción de leche de una madre, no solo por ver a su propio hijo, sino por todo lo que hay alrededor.

Por eso hemos reclamado figuras como el asesor de lactancia. El asesor de lactancia es una figura que debe facilitar el centro. El centro la facilita siempre y cuando esté convencido del objetivo del proyecto y esté comprometido con él. Esto tiene un impacto enorme a la hora de conseguir donantes, porque lo primero que necesitas son madres capaces de producir suficiente leche para alimentar a sus propios hijos y también a otros.

Esto ha costado años. Parece que lo contamos ahora como si se hubiera hecho de un día para otro, pero ha sido un proceso largo.

Un instante de la entrevista con Adelina Pellicer y Marta Cabrera.


De hecho, el banco del Hospital Universitario La Paz representa cerca de la mitad de toda la actividad del Banco Regional de Madrid. Adelina, antes hacía alusión a un cambio cultural a nivel organizativo y me parecía interesante preguntarles qué factores o qué otros cambios se han tenido que llevar a la práctica asistencial para explicar este peso tan destacado del hospital dentro de esta red.

M.C. Yo creo que, por un lado, está la apuesta del hospital por crear este centro satélite. También la figura de la coordinación y el hecho de que exista una enfermera específica del Banco de Leche, un puesto que fue creado para atender a todas estas donantes.

Para atender a estas mujeres y para que todo el sistema de calidad funcione, hacen falta una serie de recursos materiales. En este sentido, cabe destacar la función que ha tenido la Fundación Raúl Delgado, porque en el momento de atender a estas mujeres necesitamos facilitarles todo lo necesario para la donación.

Necesitamos proporcionar sacaleches para que, además de dar el pecho a su bebé, puedan extraerse leche en casa. En este aspecto ha colaborado muchísimo la Fundación Raúl Delgado, financiando tanto sacaleches para la propia unidad como sacaleches para el Banco de Leche.

Hay también una parte muy importante de control de calidad, que incluye la monitorización constante de las temperaturas de todos los congeladores y neveras, asegurando que funcionan correctamente y que no haya alarmas. Existe un sistema de seguridad para que, si hay cualquier alteración de la temperatura, se avise y se tomen medidas. En general, es un proceso largo y exigente de calidad.
Además, pasamos auditorías de calidad que garantizan que todo funcione correctamente para poder alcanzar ese volumen de leche tan importante.

A.P. Nuestro hospital, y en concreto nuestro servicio, se caracteriza —y lo digo con orgullo, no por mi posición actual, sino porque viene de siempre— por ser pionero en proyectos de innovación a nivel neonatal. Cuando nos embarcamos en algo creemos en ello y lo perseguimos.

Otro componente importante es el volumen. Somos la maternidad más grande del sistema público de la Comunidad de Madrid y nuestro área de influencia es muy amplia. Muchas matronas nos cuentan que ya desde las visitas en los centros de salud, antes del parto, las mujeres preguntan por el banco de leche.

Creo que también hay un componente sociocultural. Estamos en una zona con un nivel sociocultural relativamente alto y cualquier acción sanitaria con impacto en el recién nacido se entiende bien. Cuando existe una cierta cultura sanitaria es más fácil transmitir la importancia de estas iniciativas.

Y luego está nuestra forma de cuidar a los pacientes. Las familias están muy implicadas, conocen bien nuestro trabajo, participan de él, y todo esto facilita que se entiendan las necesidades y se apoyen iniciativas como el banco de leche.

M.C. En cuanto al perfil de las donantes, aproximadamente un 70 por ciento son mujeres con bebés sanos en casa, con una lactancia exitosa, que deciden donar. Refieren que quieren ayudar a otros niños. Su propia vivencia de un parto normal, un bebé sano y una lactancia exitosa genera esa necesidad generosa de donar leche y ayudar a los demás.

Este grupo se nutre muchas veces de información recibida en la maternidad, de las matronas en el periodo prenatal, del centro de salud, de redes sociales o de amigas.

Luego hay otro porcentaje importante, alrededor de un 20 por ciento, que son mujeres que se extraen leche para sus propios hijos ingresados en la unidad y que tienen una producción excesiva. Estas donantes son muy importantes, porque viven situaciones muy duras, lo que les genera una sensibilidad especial, y además permanecen mucho tiempo con nosotros en la unidad y donan grandes volúmenes de leche.

Existe también una tercera situación, más dura, que es la de mujeres que, tras una pérdida perinatal, deciden donar leche como una forma de transición en su duelo. Refieren que les ayuda a llevar ese proceso de una manera menos brusca. Ese es, en líneas generales, el perfil de donantes que tenemos en los bancos.

Como apuntaban antes, la leche donada se asocia a un menor riesgo de patologías como la enterocolitis necrosante, una mejor tolerancia digestiva y una mayor protección frente a infecciones. ¿Cómo se refleja esta evidencia en la práctica diaria del hospital?

A.P. El dato más objetivo es analizar la prevalencia de estas enfermedades a lo largo del tiempo, año a año, y preferiblemente en periodos más largos, porque el tipo de paciente que presenta estas patologías varía y los números no son siempre comparables.

Estas enfermedades son multifactoriales. En el caso de la enterocolitis necrosante o de la infección nosocomial, el tipo de alimentación es un factor protector importante, pero no es el único. Por eso es necesario analizar periodos largos y tener en cuenta otras intervenciones que también influyen.

Cuando se quiere medir el impacto de una medida sobre los resultados sanitarios, hay que manejar distintos parámetros. No solo la incidencia de una patología concreta, sino también el tiempo de hospitalización, el número de visitas tras el alta o el consumo de recursos sanitarios.

Ese análisis a largo plazo es el que nos permitirá demostrar el impacto real, no solo en salud, sino también en términos económicos. Un niño que tolera antes la alimentación digestiva, que inicia antes la lactancia directa al pecho y que se va antes a casa, vuelve menos veces al hospital y consume menos recursos. Por eso, centrarse solo en un dato concreto como la enterocolitis no es suficiente.

M.C. Sí que claramente vimos una reducción, aunque no fue significativa desde el punto de vista estadístico. Estas enfermedades tienen una incidencia baja y, para demostrar reducciones significativas, es necesario realizar estudios de diez o quince años. Ese es un poco el mensaje. Hemos visto reducción, pero para justificarla científicamente es necesario abarcar más población y más tiempo.

Otro dato. El año pasado, en 2024, se procesaron alrededor de 2.000 litros de leche donada gracias a unas 450 mujeres que donaron. ¿Qué implica gestionar estos niveles de leche materna y qué controles se realizan para asegurarnos de que esa leche está en condiciones de ser administrada y cumple con los criterios de seguridad?

M.C. Hay una parte fundamental de la donación que es la formación a la donante. Las donantes no solo aportan generosidad y altruismo, sino que reciben formación específica. Aquí es clave la figura de la enfermera del banco, que les enseña a extraerse la leche de la mejor manera posible, porque esa leche va a ser manipulada y va a seguir una serie de procesos, por lo que tiene que llegar en las mejores condiciones.

Se les dan instrucciones sobre cómo extraerse la leche, cómo limpiar correctamente los extractores, cómo congelarla de manera inmediata para evitar la contaminación bacteriana y cómo mantener la cadena de frío. La madre congela la leche en su domicilio.

Posteriormente, a través del sistema de recogida a domicilio, la leche se recoge en casa con una furgoneta refrigerada. Cuando llega al hospital, la persona que la recibe certifica que todos los botes vienen congelados. Se almacenan en congeladores y posteriormente se envían al Hospital 12 de Octubre para su pasteurización.

Durante el proceso de pasteurización se realizan análisis de calidad: se mide el pH, la acidez y se realizan controles microbiológicos. Una vez pasteurizada, la leche se vuelve a congelar y se envía a los centros receptores para su administración a los recién nacidos vulnerables. Cada uno de estos pasos cuenta con controles de calidad específicos, porque se trata de un producto biológico vivo que requiere máximas garantías de seguridad.

La colaboración de la Fundación Raúl Delgado es la que permite, en buena medida, sostener tecnológicamente este proceso. ¿Cuál es la importancia de este apoyo para garantizar que los recién nacidos tengan acceso a esta leche cuando la necesitan?

A.P.  Es fundamental, porque el sistema público no alcanza todas las necesidades. Aunque exista sensibilidad y escucha por parte de la dirección, muchas veces la capacidad de respuesta está limitada, bien por falta de recursos o por la burocracia, que dificulta la rapidez en la toma de decisiones.

Hay necesidades que no se pueden posponer. Cuando se pone en marcha un proyecto de este tipo, con tantas expectativas por parte de las familias, no se pueden dejar las cosas para mañana. El movimiento se demuestra andando.

Marta Cabrera: "Cuando nace un bebé prematuro, la preocupación por la supervivencia y la calidad de vida bloquea incluso la producción de leche"


Parte del éxito del banco tiene que ver con esa forma de actuar: cuando creemos en un proyecto, lo ejecutamos bien. Existen necesidades materiales que pueden parecer menores en términos económicos, pero que son imprescindibles, y que el hospital no siempre puede financiar. En esos casos, el apoyo de la Fundación Raúl Delgado resulta clave.

Además, estamos hablando de un momento vital muy vulnerable para las familias. No se trata solo de que los procesos sean eficaces, sino también de que sean cuidados, agradables y humanos. Hay elementos que no son superfluos, sino esenciales para la calidad del proceso, y que han sido posibles gracias a este tipo de financiación. Sin este apoyo, el proyecto sería inviable.

Adelina Pellicer, durante su intervención en el plató de Redacción Médica. 


M.C. Dentro del programa realizamos encuestas de opinión, tanto a donantes como a familias receptoras. Esto es muy importante, porque nos permite mejorar. Con el paso del tiempo, las donantes nos trasladaron la necesidad de disponer de dispositivos que facilitaran la extracción, como los sacaleches de manos libres.

Una mujer que da el pecho a su bebé y además tiene que dedicar tiempo a extraerse leche para donar ve su día a día muy saturado. Los sacaleches de manos libres permiten compatibilizar la extracción con otras actividades. En un momento en el que no disponíamos de suficientes dispositivos y se produjo un pico de donación tras una noticia en redes sociales, la Fundación Raúl Delgado nos ayudó donando sacaleches de este tipo, lo que nos permitió continuar con el proyecto.

Las familias receptoras destacan de forma muy positiva la experiencia con el banco. ¿Cómo influye esta percepción en la relación asistencial y en la consolidación del banco como un recurso esencial dentro del hospital?

M.C. Las familias viven situaciones de enorme estrés e incertidumbre. Cuando nace un bebé prematuro o un niño con una cardiopatía congénita que va a requerir cirugía, la preocupación por la supervivencia y la calidad de vida bloquea incluso la producción de leche.

Disponer, en esos primeros momentos, de leche de otras mujeres para alimentar a su hijo con el mejor alimento posible les aporta tranquilidad. Poco a poco, muchas madres van produciendo su propia leche. Las familias expresan un profundo agradecimiento tanto a la existencia del banco como a las donantes que han hecho posible esa alimentación.

Dentro de ese proceso, ¿qué elementos explican esa valoración tan positiva por parte de las familias?

M.C. El primer elemento es la información. Desde el inicio se les explica que la mejor alimentación es la leche humana y que, hasta que la madre tenga producción suficiente, existe la posibilidad del banco de leche. Esto ya supone un alivio importante.

Muchas madres están enfermas tras el parto o presentan complicaciones médicas que dificultan la extracción de leche. Saber que existe un banco de leche les reduce la ansiedad inicial. Además, se trabaja intensamente para favorecer su propia lactancia, con sacaleches disponibles en la unidad y asesoría especializada.

Las madres van viendo de forma progresiva que empiezan a producir leche, lo que también tiene un impacto positivo en su estado emocional. Y en aquellos casos en los que no es posible establecer una lactancia materna, el banco de leche sigue siendo un apoyo fundamental para la evolución del bebé.

A.P.  Desde el punto de vista de la madre receptora, más que satisfacción, lo que se experimenta es tranquilidad. De hecho, para administrar leche donada solicitamos un consentimiento informado, y la tasa de rechazo es prácticamente nula. Esto refleja la confianza de las familias en el banco.

En el caso de las donantes, sí se puede hablar claramente de satisfacción. Las donantes expresan una gran satisfacción por poder ayudar. Es un acto de generosidad y de solidaridad entre mujeres.

M.C. Realizamos estudios cualitativos con las encuestas a donantes y lo que más se repite es esa satisfacción por ayudar. Cuando dejan de donar se les envía un diploma y se les informa del número de bebés que se han beneficiado de su leche. Esto es una alegría para ellas y hace que muchas quieran seguir donando durante más tiempo.

Marta Cabrera celebra que a nivel nacional los bancos de leche sean una realidad consolidada.


Mirando al futuro, ¿cuáles son los principales retos a los que se enfrenta este modelo para seguir fortaleciéndose?

A.P.  Desde mi posición como responsable del servicio, el principal reto es la dotación de recursos humanos. El Banco de Leche supone un esfuerzo enorme que se suma a la actividad diaria del servicio. Actualmente, dos profesionales médicas gestionan el banco desde el punto de vista médico, compaginándolo con muchas otras tareas.

Solicitamos una plaza específica de médico adjunto dedicada al Banco de Leche en 2017, cuando se abrió el centro satélite, y todavía estamos esperando. Esto obliga a repartir cargas de trabajo entre otros profesionales y compromete la sostenibilidad a largo plazo.

En un hospital de máxima complejidad como el nuestro, con la mayor maternidad de la Comunidad de Madrid, contar con personal específico es esencial. A nivel de recursos materiales vamos sobreviviendo gracias a la reutilización y a la creatividad, pero los recursos humanos son clave para la viabilidad futura.

M.C. Siempre vamos muy justos de recursos, tanto materiales como profesionales. Hemos conseguido apoyos puntuales, como la contratación temporal de una técnica durante dos años a través de una beca, pero son soluciones provisionales.

A.P.  Este tipo de proyectos no puede sostenerse a largo plazo con improvisación constante. Es necesario agilizar procesos y dotarlos de estabilidad.

M.C. A nivel nacional, los bancos de leche son una realidad consolidada. Las donantes demandan mayor difusión y sistemas de recogida domiciliaria. Es un modelo que debe seguir creciendo y adaptándose.

A.P. Los proyectos también deben renovarse. La sociedad cambia y las madres del futuro no serán iguales a las de ahora. La innovación tecnológica es fundamental. Un ejemplo es la aplicación para gestionar la recogida domiciliaria de leche, que ha permitido organizar rutas, solicitudes y entregas de forma eficiente.

M.C. Antes de la recogida a domicilio, las madres acudían personalmente o enviaban la leche con familiares. Gracias a este sistema, que se implantó justo antes de la pandemia, el banco pudo mantenerse activo incluso en ese periodo.

¿En qué consiste el modelo de cuidados FICare?

A.P.  Es el acrónimo en inglés de Family Integrated Care, es decir, la familia integrada en los cuidados. Es una de las diferentes formas que existen dentro de las políticas de cuidados centrados en la familia.

Dentro de este enfoque, quizá lo más popular es el método madre canguro. Hasta ahora, en neonatología, cuando yo empecé a formarme como especialista, los niños estaban detrás de una “pecera” y los padres estaban en un pasillo, viéndolos como cuando vamos al circo a ver a los leones con nuestros niños o nietos. Desde ahí hemos evolucionado progresivamente a servicios de neonatología de puertas abiertas.

Ese sería el modelo más general de cuidados centrados en la familia: permitir que los padres estén físicamente con sus hijos todo el tiempo que quieran, que hagan cuidado canguro y, además, acompañarlo de políticas de fomento de la lactancia materna, entre otras muchas medidas que forman parte de este enfoque.

Nosotros fuimos un paso más allá. Incorporamos el modelo del Hospital Mount Sinai de Toronto. Ellos plantean que, aunque los padres estén todo el tiempo que quieran con sus hijos, tengan espacios para quedarse y dormir junto a ellos, siguen siendo sujetos pasivos. Lo que pretendíamos era que participaran más. Educarles, sugerírselo y, a quien quisiera, entrenarle.

Nosotros seguimos de manera muy fiel el modelo canadiense, lo rediseñamos a nuestro contexto y trabajamos en todo el material docente necesario para formar tanto a los padres como a los profesionales, porque esto supone un cambio absoluto de paradigma en el cuidado. Llevamos trabajando con ello desde 2018 y tenemos datos científicos publicados sobre el impacto que tiene este modelo en la salud y en la gestión.

¿Y qué hacemos? Hemos expandido el modelo de tal manera que ahora tenemos un proyecto de la Unión Europea en el que estamos tratando de escalarlo a diferentes contextos socioeconómicos, no solo en España sino fuera. En este proyecto trabajamos unidades de Turquía, Rumanía, Holanda, Reino Unido, nosotros y Zambia. Como ya hay mucha evidencia científica de las bondades del modelo en resultados de salud, nos parecía que había muy poca equidad si lo restringíamos al primer mundo, donde se ha testado inicialmente: Canadá, algunos puntos de Estados Unidos, Australia, Nueva Zelanda y algunos países del norte de Europa. Nos parecía necesario ver si en contextos con menos recursos, donde los padres apenas cuidan de los hijos o los cuidados recaen en las madres y no hay recursos asistenciales, el impacto es el mismo.

Esto es lo que estamos evaluando en el estudio internacional. A nivel interno, lo tenemos plenamente incorporado. Hemos desarrollado material didáctico que está en la página web del proyecto Rising Family, donde se incluye todo el currículum formativo para padres y profesionales. Cuando los padres de un bebé que va a requerir un ingreso prolongado en la unidad son informados, muchas veces ya de forma antenatal, se les explica esta forma de proveer cuidados: haciéndoles plenamente partícipes.

Quienes acceden, desde el primer momento reciben herramientas. En cuanto se sienten preparados, se les anima a familiarizarse de manera sistemática y ordenada, no solo escuchando y viendo, sino leyendo, porque está todo perfectamente documentado. Aprenden, entienden por qué hacemos las cosas con su hijo: desde capítulos sobre monitorización (porque cuando uno entra en una UCI como la nuestra se queda perplejo con tantos aparatos y alarmas) hasta qué significa cada señal, qué es relevante, qué no, cómo pueden ayudar si ocurre algo y hasta dónde quieren llegar.


"Hay rutas formativas según la patología del niño y según lo que los padres quieran aprender. Algunos llegan a ser auténticos profesionales sanitarios"

Como está estructurado por capítulos, hay rutas formativas según la patología del niño y según lo que los padres quieran aprender. Algunos llegan a ser auténticos profesionales sanitarios. Evidentemente no pueden poner vías ni administrar medicación intravenosa, pero en niños tan vulnerables como los nuestros, detalles como la posición de la cabeza pueden influir en la ventilación, y eso los padres lo entienden, lo manejan y lo controlan incluso mejor que un profesional, porque están dentro del box todo el tiempo.

Se ayudan entre sí para las transferencias desde la incubadora a las butacas para el contacto piel con piel, incluso cuando el bebé tiene asistencia respiratoria y muchos cables. Es bonito ver cómo un padre coge al niño y se lo pasa a la madre sin necesidad de intervención profesional, ayudan en el aseo, en el cambio de sensores diarios… Todo esto hace que conozcan el estado del niño, entiendan el discurso y genera mucha confianza. A nosotros también nos da confianza tenerlos, porque aportan feedback: nuestros pacientes están semanas ingresados y en ese tiempo pasan muchas cosas. Ellos muchas veces nos orientan, por ejemplo, cuando queremos pasar de alimentación por sonda a alimentación por boca. Conocen la neuroconducta de su bebé, saben si está preparado, si ayer lo estaba pero hoy no es el día… Participan de forma muy activa gracias a todo ese conocimiento.

Es un win-win. ¿En qué se traduce esto? Tenemos datos claros: un impacto brutal sobre las tasas de lactancia materna, sobre la lactancia directa al pecho, sobre la duración de las estancias hospitalarias y sobre las consultas posteriores al alta. Ya lo tenemos publicado y tiene un impacto clarísimo.

Ahora estamos tratando de ver, en números, cómo se traduce esto en disminución del gasto sanitario, para poder justificar la inversión en recursos humanos, porque todo esto lo hacemos además de todo lo que ya hay que hacer. Formar a un padre o a una madre lleva tiempo y nuestras enfermeras dedican mucho tiempo a ello.

¿Cómo ha apoyado la Fundación Raúl Delgado este proyecto?

M.C. La Fundación ha financiado material docente, infografías y la página web del proyecto, que reúne toda la información para padres y profesionales. Estos materiales permiten una formación clara, visual y accesible.

A.P.  Esta web se mantendrá como herramienta de futuro, independientemente de que finalice el proyecto, y su desarrollo ha sido posible en gran parte gracias a la financiación de la Fundación Raúl Delgado.

Pepa Castillo, directora de la Fundación Raúl Delgado; Adelina Pellicer, jefa del Servicio de Neonatología del Hospital Universitario La Paz; Marta Cabrera, neonatóloga y coordinadora de Centro Satélite del Banco Regional de Leche Donada del Hospital Universitario La Paz; y Ana Torres, coordinadora de la Fundación Raúl Delgado. 

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