Isaac Peña Vergara es coordinador de la Unidad del Dolor del
Hospital Universitario Virgen del Rocío de Sevilla y además es el mayor experto nacional y uno de los referentes europeos en
estimulación del ganglio de la raíz dorsal. Recientemente colaboró con Lydia Nader Navarro, adjunta del Servicio de Neurocirugía Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), en una sesión quirúrgica en la que se realizó esta intervención a tres pacientes con
dolor crónico cuya calidad de vida estaba
afectada de forma severa. De toda esa experiencia pionera acumulada habla en esta entrevista con
Redacción Médica.
¿En qué consiste la estimulación del ganglio de la raíz dorsal?
La estimulación de estructuras neuronales es una terapia médica que se utiliza desde hace décadas para diferentes patologías. En los últimos años el ganglio de raíz dorsal se ha dejado de considerar una estructura meramente de soporte a ser considerada un importante gestor de toda la información sensitiva que viaja hasta el cerebro. Gracias a los avances tecnológicos es posible aplicar una corriente eléctrica de forma selectiva sobre esta estructura anatómica abriendo todo un abanico de posibilidades clínicas para patologías severas relacionadas con el dolor crónico.
¿En qué perfil de pacientes está indicada esta técnica?
Inicialmente se diseñó por la selectividad anatómica que presenta este tipo de estimulación, es decir, nos permite tratar áreas anatómicas delimitadas como pueda ser una mano, un pie, la rodilla. De esta forma no hay que aplicar ese campo eléctrico a un área anatómica extensa de forma innecesaria. Esto implica eficiencia energética, no olvidemos que los generadores o baterías son de capacidad finita, y selectividad en la terapia. Pero tras años de experiencia se ha observado que presenta unos mejores resultados en determinadas patologías especialmente graves e incapacitantes en relación al dolor neuropático (aquel derivado generalmente de una lesión en estructuras nerviosas como nervios periféricos). Entonces la indicación principal es el tratamiento de síndromes dolorosos de perfil neuropático en áreas anatómicas delimitadas como mano, pie, ingle, etc.
¿Qué formación requiere el profesional sanitario para saber llevarla a cabo?
La técnica de implante es similar a la llevada a cabo para la estimulación medular, ampliamente extendida y con alta casuística desde hace años. Difiere en algunos conceptos anatómicos principalmente y algunos detalles técnicos. Pero como cualquier otra técnica es cuestión de práctica, no precisa de habilidades especiales. Sí es cierto que afrontarla sin experiencia previa en estimulación medular, o intervencionismo en patología de columna, puede resultar bastante complejo.
¿Cuánto tiempo necesita la intervención y cuánto tiempo tarda el paciente en poder volver a hacer vida normal?
La intervención si todo va bien puede durar entre 40 y 60 minutos. Aunque hay casos que superan estos tiempos por complejidad técnica o la propia condición del paciente. En cuanto a la vida normal; la vida normal de los candidatos a estos procedimientos dista mucho de la normalidad que podamos entender aquellos que no sufrimos ninguna patología o incapacidad. La vuelta a su situación basal es en escasos días. Generalmente la primera fase del implante se denomina en fase de prueba, esto significa que los electrodos, o cables, se externalizan a través de la piel para conectarlos a un generador externo. Esta fase puede prolongarse entre 2 y 4 semanas con restricciones en el aseo y otras actividades. Una vez superada esta fase exitosamente se procede al implante del generador definitivo. De igual modo hay restricciones en el aseo y algunas actividades durante unas 2 semanas. Por lo que podemos considerar un periodo de entre 4 y 6 semanas para un estilo de vida como el previo al implante.
¿Qué ventajas ofrece respecto a técnicas anteriores para el dolor crónico neuropático?
Desde el punto de vista técnico las ventajas son escasas:
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Es un procedimiento más dificultoso, lo que lo hace menos accesible a muchos centros hospitalarios o profesionales.
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Requiere amplia formación y experiencia previa en otras técnicas similares.
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Los dispositivos y materiales deben, y lo harán, mejorar las prestaciones, como en cualquier tecnología sanitaria.
Desde el punto de vista clínico las ventajas son destacables:
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Minimizamos los efectos secundarios de la estimulación en áreas no deseadas. Esto aumenta la adherencia y tolerancia a la terapia.
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Nos permite tratar patologías con escasa respuesta a otros tipos de estimulación, especialmente la alodinia, síntoma que significa dolor frente a estímulos que no deben ser dolosos como por ejemplo el roce de la ropa, una caricia o el agua de la ducha, y que es un importantísimo reto clínico.
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La plataforma de programación y control remoto es de muy fácil manejo tanto para profesionales sanitarios como para los usuarios.
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Utiliza bajos niveles de energía por la proximidad a la estructura a tratar, por lo que la durabilidad del generador (batería o pila) es alta frente al análogo en estimulación tradicional.
Desde el punto de vista del paciente las ventajas son enormes.
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Piense que restringimos el tratamiento eléctrico, que se acompaña de cierta sensación de hormigueo agradable denominada parestesia, a una limitada región anatómica; frente a la estimulación de grandes áreas de la terapia tradicional.
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Ofrece un nivel de alivio superior en ciertas patologías con dolor neuropático grave, especialmente en aquellos que presentan alodinia.
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El programador o mando del paciente es de muy fácil uso y mejora el control y aceptación de la terapia por parte del paciente.
Una vez implantados los electrodos, ¿cómo es el día a día del paciente?
Esta cuestión no tiene una respuesta simplificada. El sistema en sí no es algo a destacar en el día a día. Al igual que un marcapasos y otros dispositivos, es algo implantado en el cuerpo que es evidente que se encuentra ahí. Pero no suele condicionar las actividades o la calidad de vida del usuario. Si la terapia mejora el dolor, en muchas ocasiones en elevado porcentaje, el día a día cambiará según la patología y limitaciones previas a la terapia. Por ejemplo si la patología es en un pie, es posible que presente una importante limitación para la marcha. Si mejora el cuadro doloroso puede reiniciar actividades en relación con la marcha como pasear, hacer recados, deporte, subir y bajar escaleras del propio domicilio, etc. En caso de una mano dominante pues puede recuperar el uso de esa mano para ciertas actividades básicas como asearse o comer. Cada paciente es una situación muy particular y única.
¿Qué nivel de implantación tiene esta técnica en la sanidad española?, ¿es optimista en cuanto a su desarrollo en todo el SNS?
Esta tecnología viene a dar respuesta a un problema de salud que si bien no es mayoritario es altamente incapacitante y demandante de recursos sanitarios. Dadas las características técnicas y de formación reseñadas anteriormente, la implantación es paulatina y precisa de una continuidad para poder mantenerse dentro de los servicios ofertados por un centro o institución sanitaria. Obviamente para que se tenga en cuenta como una respuesta a un reto clínico, ese reto debe existir, en definitiva se resume en formación sobre dolor neuropático a los profesionales sanitarios de todos los ámbitos, especialmente quirúrgicos , dar visibilidad y concienciación de las patologías objeto de tratamiento, y crear vías de derivación ágiles a centros de referencia.
En vista de los resultados obtenidos y de la creciente incidencia del dolor neuropático postquirúrgico, soy optimista en que se establecerá como una terapia básica en todos los centros de referencia nacionales.
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