Calles y casas de todo el país estarán iluminadas durante los días de
Navidad. Habrá reencuentros, brindis y comida a raudales. Sin embargo, mientras la mayoría celebra, hay quienes deberán pasar las fiestas velando por el bienestar y la seguridad del resto. Ellos son los
sanitarios de emergencias. “Son fechas en las que todo es un problema añadido. No estás con tu familia y, aunque está bien trabajar con tu familia laboral, son fechas complicadas. Es un día especial en el que asumimos mucha responsabilidad. Pasan cosas siempre, pero
si pasan ahora marcan a toda una familia”, cuenta en una entrevista con
Redacción Médica Juan José Giménez Mediavilla, enfermero y jefe de la Unidad de Servicios Preventivos y Procedimientos Especiales del
Samur.
Las prisas y el alchool, ejes de los accidentes en Navidad
Sobre el tipo de
emergencias, asegura que no son distintas a las del resto del año, pero el ritmo de la celebración marca la agenda de la jornada. “Todo el mundo va de un lado para otro y va con prisas a sitios desconocidos. Es decir, no es la ruta que haces todos los días para ir al trabajo. Hay momentos de mucha calma, pero sabes que a partir de las 20 o las 20.40,
todo el mundo se empieza a mover muy nervioso. Tienes que llegar a cenar, tienes que juntarte con tu familia o con tus amigos”, cuenta.
Además, en un ambiente festivo, el
alcohol toma protagonismo para convertirse en un problema. “Esto va de no beber y de no tomar nada”, dice. El resultado es que hay accidentes, como todo el año, pero esta vez aumentando el número porque se mueve mucha más gente. “En Madrid, generalmente en la zona centro”, añade. Y de todos los accidentes que se producen, algunos son muy graves. “Una Nochebuena tuvimos un accidente grave con tres adolescentes, dos de ellos muertos”, recuerda.
La familia laboral, piedra angular en las emergencias
Los sanitarios de Emergencias saben que deben actuar rápido. Sin embargo, en ocasiones, la crudeza de la situación genera una fuerte
sobrecarga emocional. “Hay veces que pasa, situaciones en las que, en un accidente de un niño, el médico que llega dice: ‘es que es igual que mi hijo, es que se parece a mi hijo’. Y yo le digo: ‘ya, ya, pero no es tu hijo, tío, céntrate. Tenemos que tirar adelante con este niño'. Son momentos muy delicados en los que
cualquier cosa que nos haga mal se nos puede enganchar hasta la vida del niño”, añade.
Giménez asegura que con el tiempo se aprende a digerir este tipo de situaciones con los compañeros. “Si un equipo ha tenido un momento complicado, le intentas dar un tiempo de descanso dentro de lo posible, pero
lo importante es hablar, contar lo que ha pasado”, asegura. En este punto, insiste en el fuerte vínculo que se genera entre compañeros, a los que se refiere como “
su familia laboral”. “Al final llevas 10 años entrando todas las guardias con el mismo médico, la misma enfermera y los mismos técnicos. Te tomas las uvas con ellos, les has visto crecer, entraron muy jóvenes y ya se han casado y tienen hijos”, explica.
Pese a todo, hay momentos en los que se tiene que recurrir a la ayuda de los
psicólogos de guardia. Al final de la entrevista, Giménez reflexiona sobre los aprendizajes de la profesión, que asegura que ocurren “todos los días”. “No tienes concha, la concha te la pones para trabajar, pero
te sigue impresionando todo. Otra cosa es que tú te pones tu uniforme, tu capa, y te defiendes para ser capaz de trabajar sin que te bloquee la impresión. Pero no te gusta que la gente se muera;
no eres inmune a que la gente se muera. El día que yo vaya a un accidente grave y salga igual que si no hubiera heridos, ese día a lo mejor tendré que dejar el uniforme”, concluye.
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