La protección y la vacunación no fueron las únicas recomendaciones lanzadas por la Organización Mundial de la Salud a raíz del
brote de MPOX surgido en 2022. A finales de ese año, y tras varias reuniones con expertos a nivel mundial, la entidad decidió cambiar la nomenclatura, sustituyendo el término 'viruela del mono' o 'monkeypox' por MPOX, en un intento de
erradicar el lenguaje "racista y estigmatizante" asociado, en ocasiones, a este término, especialmente en las redes sociales.
Dos años después, la "
falta de claridad en las orientaciones ha dado lugar a
traducciones incoherentes en las regiones de habla no inglesa" como nuestro oaís, según se desprende del estudio llevado a cabo por investigadores de Chile, Estados Unidos, España y Reino Unido, en el que se reclama "un cambio urgente" hacia una
terminología "más neutral" ante la persistencia de estos términos "estigmatizantes y con carga racial" en dichos idiomas.
Y es que en la actualidad, aún con alerta en varios países africanos, todavía coexisten varias nomenclaturas en España para designar esta patología como
viruela símica. Lo mismo ocurre en
Francia, donde todavía utillizan variole de singue o variole simienne para referirse a esta infección. En
Portugal, aunque hacen uso del término sugerido por la OMS, 'variola M', también se ha extendido el término 'variola dos macacos', tal y como detalla el estudio, que cuenta con la colaboración de expertos de la Universidad Complutense y el Hospital de la Defensa Gómez Ulla.
La
desinformación y el discurso de odio, especialmente en las redes sociales, con retórica homófoba, racista y estigmatizante, dada la alta prevalencia en ciertos colectivos y zonas localizadas de África, Latinoamérica y EEUU, llevaría a la OMS a recomendar un cambio de nombre en el idioma estipulado, inglés, incluyendo suferencias en otros idiomas.
¿Cuál es el término correcto?
Sin embargo, esta nomenclatura, según los investigadores, "
no se ha adoptado de forma coherente en otras lenguas y muestra un panorama heterogéneo de terminología con profundas connotaciones racistas". De hecho, en dichos países, todavía utilizan mono, macaco, o simio o simienne (en francés) al hablar de dicha enfermedad. Palabras que "se utilizan a menudo de forma despectiva para referirse a las personas de ascendencia africana o a las personas de origen indígena".
"La persistencia de términos con carga racial no sólo perpetúa estereotipos nocivos, sino que también socava los esfuerzos para proteger a las comunidades más vulnerables", advierten los investigadores, para los cuales "el uso del lenguaje desempeña un papel fundamental en el contexto de la Salud Pública, ya que a menudo ayuda a salvar la brecha entre la comunidad médica, los responsables políticos y los pacientes".
Por este motivo, los autores instan a los líderes de la salud mundial a adoptar los términos viruela M en español, variola M en portugués y variole M en francés. "Cambiar la terminología que utilizamos no es un mero cambio semántico, sino un paso esencial para desmantelar las narrativas racistas y homófobas que obstaculizan los esfuerzos de salud pública", aclaran.
Efectos del nombre de cada enfermerdad
Estrategias que deberán implicar a las comunidades afectadas, medios de comunicación, pacientes y Administración. Además, consideran que cualquier acción en materia de terminología debe coordinarse con acciones para abordar las desigualdades materiales en la salud mundial, garantizando que las comunidades afectadas tengan acceso a diagnósticos, vacunas, tratamientos y atención sanitaria adecuados.
"Reconocer que las enfermedades no son sólo realidades biológicas, sino también construcciones lingüísticas y sociales, es de vital importancia", aseguran los expertos al hablar de las implicaciones materiales que tienen los nombres asignados a las enfermedades, al influir en la "percepción pública, el acceso a la atención sanitaria y la asignación de recursos".
La asignación de nombres a las enfermedades nuevas y, muy excepcionalmente, a las ya existentes es responsabilidad de la OMS en virtud de la Clasificación Internacional de Enfermedades, mediante un proceso consultivo en el que participan los Estados miembros. En 2022, a raíz de esta polémica, se realizaron consultas para recabar opiniones de diversos expertos, así como de países y del público en general, a los que se invitó a presentar sugerencias de nuevos nombres para designar la MPOX.
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