Afrontar la muerte, cuando se intuye o se sabe su inminencia, es una de las situaciones más delicadas y complicadas en todo el espectro sanitario: el del paciente, el del familiar y el del profesional. La sensibilidad es subjetiva, no existe una sola, pero los profesionales coinciden en que enfrentarse a esa experiencia requiere un tacto especial. Hay quien opta por normalizarlo y hay quien prefiere
limitar toda referencia expresa al óbito para ‘humanizar’ el proceso. Y, en un contexto en el que
abundan las funerarias instaladas en el entorno de los hospitales, esto último puede resultar complicado. ¿Es adecuado el hecho de que lo primero que vea un enfermo al mirar por la ventana eso, una funeraria? Los profesionales y los pacientes tienen opiniones distintas.
“No es algo excesivamente grave, tenemos que aprender a convivir con la enfermedad y la muerte”, declara a este medio el presidente del Foro Español de Pacientes,
Andoni Lorenzo, para quien “lo que más nos debe preocupar” es
contar con unos cuidados paliativos de calidad. Es lo que piensan desde el
Consejo General de la Enfermería: “En la gestión de la muerte hay que actuar con profesionalidad y nosotros, como especialistas en sanidad, no creemos que atente contra la humanización el que haya una funeraria junto al hospital”.
El presidente del Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos,
Tomás Cobo, aplaude, sin embargo, que en España haya una
“cultura de cambio progresivo hacia la sensibilización” para con el paciente terminal: “Tradicionalmente, los tanatorios y las funerarias estaban dentro del propio hospital, incluso las capillas, lo cual era absolutamente tétrico, y ahora, por suerte, hay una fuerza centrífuga que ha ido alejando todo esto del entorno hospitalario. Hemos progresado muchísimo”.
Aunque Lorenzo reconoce que el hecho de que lo primero que vea un paciente ingresado sea un local de pompas fúnebres “es algo incómodo”, considera que es necesario analizar la situación desde un punto de vista práctico: “Hay que reconocer que, cuando se muere un familiar,
tener al lado una funeraria te facilita las cosas porque, al fin y al cabo, estás en una situación de vulnerabilidad”.
Cobo, por su parte, ve “de sentido común” que los servicios fúnebres formen parte del
“entorno extrahospitalario” y destaca el cambio de mentalidad en lo que al culto funerario se refiere: “Antes la inhumación con el cuerpo presente era mucho más común que ahora, que se tiende más a la incineración”.
¿Las administraciones deben 'meter mano'?
Sobre la posibilidad de que las administraciones tomen cartas en el asunto y restrinjan la instalación de funerarias en zonas alejadas de los centros hospitalarios, Lorenzo también resta importancia al asunto: “Es más una cuestión estética. ¿Se podría suavizar y que las funerarias estén en zonas menos visibles? Sí, pero
tenemos que aceptar que en los hospitales se muere gente”. El presidente del Foro Español de Pacientes incide es que “lo esencial” es que se ofrezca no ya sólo “unos cuidados correctos para el enfermo”, sino también “una
buena atención psicológica a los familiares”.
Desde el CGE, al respecto, son tajantes: “No es algo sobre lo que debamos opinar. Nuestra labor es
ofrecer un trato profesional y riguroso en los casos en los que el paciente, por desgracia, fallece”. Para Cobo, no obstante, no sería descabellado pensar en una intervención institucional en este sentido.
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