Son tres las
vacunas de las que dispone España hasta el momento para combatir el
Covid-19. Aunque la tipología de cada tratamiento es diferente - las de
Pfizer y Moderna utilizan
ARNm y la de
Oxford-AstraZeneca vectores adenovirales -, "no son diferentes" en términos de eficacia, teniendo en cuenta la información disponible.
Así lo defiende Federico Martinón-Torres, pediatra e investigador en el
Hospital Clínico Universitario de Santiago ante las dudas surgidas estas últimas semanas entre los pacientes que reciben la vacuna. En este sentido, cree que la información "se está transmitiendo mal" ya que, los números ofrecicos por las compañías farmacéuticas, no son definitivos y a menudo, se confunde
eficiencia con eficacia, explica a
Redacción Médica
"La eficacia es lo que se mide en un
ensayo clínico y efectividad lo que pasa en el mundo real. No tienen por qué coincidir necesariamente", matiza el experto. Este primer dato anunciado por las compañías, "95-94 y 70 por ciento", y de la que "todo el mundo habla,
"no se puede comparar directamente" ya que los estudios "se pararon en determinados momentos" y "se aplicaron en diferentes poblaciones, con
distintas pautas vacunales y diferentes cepas circulantes".
"
Sería como comparar manzanas y peras", explica, puesto que ese porcentaje, "cuando se tiene en cuenta el
intervalo de confianza y no solo el valor aislado, no es diferente entre ellas". En el caso de la vacuna de Astrazeneca el intervalo de confianza oscila entre el 60 y el 85 por ciento, coincidiendo su límite superior con el inferior estimado para las vacunas ARNm, y que se sitúa en torno al 80 por ciento.
Los
ensayos, además, aún
no han concluido por lo que "a medida que se vayan acumulando casos en el brazo de vacunados o en el brazo de placebo los estimadores de eficacia se modificarán sin duda", explica.
En concreto, una vez se envían los resultados a la agencia regulatoria, "se
congela la base de datos con los casos acumulados hasta esa fecha", detalla el médico como posible "explicación al baile de números" que existe entre uno y otro tratamiento.
El ejemplo más cercano es el del
último análisis de la vacuna de Oxford/AstraZeneca, en la cual, la estimación de la eficacia experimentó una
subida del 59 al 70 por ciento, (hasta el 80 si el intervalo de dosis es de 12 semanas), al incluir las cifras acumuladas de un mes adicional.
Y es que, cuando se aplica el tratamiento, los resultados, en términos de
efectividad, pueden variar de nuevo, ser superiores o inferiores, bien porque la población sea menos selectiva que en los ensayos o porque la vacuna "tenga un comportamiento diferente". Los análisis obtenidos, después de vacunar a millones de personas con estas 3 vacunas, son, bajo su punto de vista
"muy prometedores".
¿Cuál es el objetivo primordial de la vacuna Covid-19?
Ambos parámetros deben estar, eso sí, dentro de un
"rango aceptable", el cual, de acuerdo con los criterios de la Organización Mundial de la Salud debe ser del 50 por ciento si se habla de eficacia y un límite inferior del intervalo de confianza igual o superior al 30 por ciento. Los tratamientos actuales están, por tanto, "muy lejos" de esos límites "inferiores" para "no considerar una vacuna como válida", señala el facultativo. "En función de los datos de los que disponemos,
yo me vacunaría con cualquiera de las 3 actualmente aprobadas en Europa", asegura el facultativo.
Además, si de lo que se trata es de cumplir el
objetivo "primario" en esta fase como es prevenir
casos graves de hospitalización y muerte, los "estimadores" de los
tratamientos son "del 100 por 100" con los datos recogidos hasta el momento. "Si previenen cualquier tipo de infección o transmisión, todavía mejor pero el propósito inicial era ser capaces de prevenir las
formas graves de la enfermedad y de momento las 3 vacunas lo están cumpliendo".
"En función de los datos de los que disponemos, yo me vacunaría con cualquiera de las 3 actualmente aprobadas en Europa"
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Teniendo en cuenta los ritmos vacunales actuales, "más lentos de lo esperado", el facultativo no cree que sea posible
"evitar una cuarta ola de contagios" a corto-medio plazo pero sí confía en un "impacto mucho menor" de las formas graves de esta enfermedad. "Con las coberturas vacunales que estamos consiguiendo, que son muy bajas, se van a producir
tasas de contagio igual pero, en la medida que la población más vulnerable esté protegida, las consecuencias en términos de mortalidad y hospitalización serán menores y por tanto más manejables en
términos sanitarios".
Al estudio de eficacia de las vacunas, con una duración aproximada de 2 o 3 años, se sumarán también
estudios de vigilancia postcomercialización, tanto a nivel europeo como en los diferentes países, que permitirán conocer el impacto de dichos tratamientos. "Cuanto más estrecho es el intervalo de confianza, más potente es el estimador", detalla este facultativo al hablar de la obtención de datos.
¿La vacuna de Astrazeneca es peor para mayores de 55?
A pesar de la celeridad con la que se difunden los datos, el experto confía en su veracidad, puesto que, las grandes compañías que están detras de estas vacunas
"no se arriesgarían" a ofrecer información falsa.
No obstante, entiende que haya cierto "recelo" en relación a los datos disponibles, no solo por la
sobreinformación generada en la pandemia sino también por las "decisiones" tomadas por las agencias nacionales "sobreprotectoras" para no utilizar un tipo de vacuna en determindados grupos de edad.
Estas decisiones, atienden a las necesidades de cada país en función de factores como la disponibilidad de dosis, pero
no tienen que ver con "problemas de la vacuna". Aún así, pueden ser malinterpretadas por la población "
como que estas vacunas son peores". La prueba, indica el experto, es que ninguna agencia del medicamento ni la OMS, han establecido límites por edad.
En España, en concreto, las
recomendaciones que se han fijado para la
vacuna de AstraZeneca en mayores de 55, son
"temporales", ya que "todavía no se tiene un número de estimación de eficacia para el tramo de edad más avanzado".
Esto podría deberse, entre otros factores, a la proporción de pacientes que se han incluido en el estudio, afirma el facultativo, que
no espera resultados "muy diferentes" para este segmento con respecto a los obtenidos en las vacunas de ARNm.
"No son ni mejores ni peores", insiste, sino que, "por un principio de prudencia y porque ya disponemos de vacunas con ese valor", las autoridades han decidido "priorirzar el uso de esta vacuna en personas en las que sí se conoce con
certeza la estimación de eficacia" y hacer así, "un uso racional de la interpretación de los datos".
¿Podría 'anular' una nueva cepa el efecto de las vacunas?
En cuanto a las nuevas cepas de Covid-19 detectadas, Martinón cree que hay que estar "tranquilos", puesto que "que no se van a producir cambios de repente en una variante del SARS-Cov-2" que "sean todo o nada". Es decir, que inutilicen las vacunas que hay disponibles, ya que la "proteína S es mucho más grande que el RBD o lo que puedan afectar una o dos mutaciones". En este sentido, las variantes que más preocupan a los investigadores son aquellas que, después de un año de pandemia, han acumulado muchas mutaciones en una "zona sensible significativa" de la proteína S.
"La buena noticia es que, si hemos sido capaces de desarrollar vacunas en menos de un año, adaptarlas y actualizarlas no debería llevar ni mucho menos tanto tiempo", augura el experto, que no descarta seguir el mismo procedimiento que en los tratamientos de otras enfermedades como la gripe. Por ejemplo, actualizando la composición de la vacuna, incluyendo más de una cepa o haciendo vacunas de refuerzo que incluyan las modificaciones adquiridas de forma natural por el virus.
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