José A. Puglisi. Madrid
Ébola. Esa fue la palabra más temida hace exactamente un año, cuando Teresa Romero se contagió con la enfermedad y se abrieron las puertas de una posible pandemia. La reacción del Sistema Nacional de Salud (SNS) impidió una propagación del virus, pero quedó en evidencia la necesidad de reforzar los departamentos de enfermedades infectocontagiosas. Actualmente, a 12 meses de los reconocidos acontecimientos, los centros hospitalarios han ‘blindado’ su infraestructura para evitar correr nuevos riesgos.
Teresa Romero, primera infectada por ébola fuera del continente africano.
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El primer gran paso fue la creación del Comité Especial para la Gestión del Ébola. El organismo, que fue fundado el 10 de octubre del año pasado, está conformado por una comisión científica de los máximos expertos nacionales en el tema. Meses después, se reforzarían los protocolos de acción nacional, reduciendo la exigencia en la temperatura de un paciente con riesgo de estar infectado, pasando del requerimiento previo de 38,6 grados al de unas décimas.
En términos de infraestructura, el Hospital de Alcorcón y el Hospital Carlos III cuentan con importantes avances. En el primero, donde fue ingresada inicialmente Romero, ha transformado una parte de su área que era destinada a enfermos psiquiátricos o presos en un espacio de aislamiento para enfermedades altamente contagiosas, con el único fallo de carecer de un acceso independiente y directo (por lo que el paciente debe pasar por la admisión y control de Urgencias).
En el Carlos III, se está habilitando una unidad de aislamiento de alto nivel con dos habitaciones y laboratorio propio. Sin embargo, no es el único y en toda España hay seis puntos más de control y tratamiento: el Complejo Hospitalario Virgen del Rocío, de Sevilla; el Royo Villanova, de Zaragoza, el Nuestra Señora de la Candelaria-Ofra, de Santa Cruz de Tenerife; el Clínic, de Barcelona; La Fe, de Valencia; y el Donostia, de San Sebastián.
A estos esfuerzos se suman los realizados en noviembre de 2014, cuando se destinaron 6,5 millones de euros a la remodelación de la planta 22 del Hospital Central de la Defensa Gómez Ulla. La instalación está actualmente dotada con ocho habitaciones de 23 metros cuadrados, más baño y esclusa de 13 metros cuadrados.
Preparación estratégica
Consciente de las necesidades de profundizar la formación en este tema, el Comité Especial para la Gestión del Ébola diseñó un programa que alcanzó, inicialmente, a un público de 1.271 profesionales sanitarios, quienes fueron instruidos en las instalaciones del Instituto de Salud Carlos III, el Centro Coordinador de Alertas y Emergencias Sanitarias, y la Brigada de Sanidad Militar. Sin embargo, los cursos no han cesado e, incluso, se han implementado talleres sobre el manejo de equipos autoventilados para los profesionales de los centros con unidades de aislamiento.
Los sucesos ocurridos en España también han servido para impulsar el conocimiento. En este sentido, los casos reales de contagio como los posteriormente descartados han sido estudiados a profundidad para conocer más de la enfermedad y mejorar la técnica diagnóstica existente. Estos conocimientos serán exportados a través de los ‘cascos blancos’, un grupo de profesionales sanitarios destinados a misiones de cooperación en el exterior que servirá para dar respuesta oficial a situaciones de emergencia como la vivida por el ébola en el África occidental.
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