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Ser sanitario más allá de los 65: "Surgen desafíos con tu energía"

Una enfermera y un médico 'senior' cuentan cómo han adaptado su labor en los años previos a su jubilación

Juan José Sánchez, médico de Familia y Pilar Pérez, enfermera.

01 ene 2025. 12.20H
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Hay quienes ‘estiran’ su trayectoria laboral por devoción. Otros, por necesidades o intereses económicos. Y todos lo harán a partir de 2025 por ley. En efecto, el Gobierno elevará hasta los 66 años y ocho meses la edad ordinaria de jubilación, un requisito del que por supuesto no estarán exentos ni médicos, ni enfermeras ni ningún otro profesional sanitario. Y, aunque no todas las lecturas que se hacen son negativas, lo cierto es que el primer pensamiento que irrumpe en la mente de estos trabajadores es de resignación. El segundo, de duda: “¿Podrá aguantar mi cuerpo el ajetreo del día a día como antaño?”.

Pilar Pérez, enfermera de 63 años, lo pone en duda. Al menos, si el correspondiente centro o clínica no adapta ciertos puestos a las necesidades de un trabajador de edad avanzada. “Yo he tenido la suerte de estar, ahora mismo, en un sitio que me permite seguir realizando bien mi trabajo, pero no todo el mundo puede decir lo mismo”, reconoce esta sanitaria, que detalla que su labor se centra en la extracción de sangre y su preparación para enviarla después al laboratorio.

Lejos quedan ya las “carreras” y el esfuerzo físico ‘extra’ que se les exige a las enfermeras, por ejemplo, en una UCI o en la planta de un hospital. “Ellas tienen que correr muchísimo porque son las primeras que llegan al paciente, antes que el médico -apunta-. Hay que hacerlo todo rápido, hacer curas, mover personas…”. Tema aparte son las jornadas nocturnas. “Eso lo puede hacer una persona de 30, de 40 años. Pero a los 50 y tantos empieza a hacerse más complicado”, reconoce.

Más beneficios que riesgos para seguir trabajando


Los hay también que, por el contrario, se resisten a colgar el fonendoscopio. Juan José Sánchez, médico de Familia en Santiago, pasó de estar en situación de jubilación demorada a activa (que plantea el cobro de más de la mitad de la pensión al margen del salario base), y su deseo es seguir en su puesto hasta los 70 años. “Aún puedo contribuir significativamente tanto en la atención a los pacientes como en la organización de los servicios”, apunta el facultativo, quien considera que alargar su trayectoria laboral tiene “más beneficios que riesgos” siempre que se esté “en condiciones psicofísicas adecuadas”. “Además, la falta de médicos de Familia en el sistema sanitario actual hace que cada profesional con experiencia aporte un valor fundamental al conjunto del sistema”, añade.

En palabras de Sánchez, la “experiencia acumulada durante más de cuatro décadas” en el primer nivel asistencial “proporciona un juicio clínico sólido, mayor capacidad resolutiva y una relación médico-paciente más consolidada”. “Es cierto que con los años surgen muchos desafíos relacionados con la energía física y algunas funciones pueden requerir adaptación o delegación en un equipo -continúa-. Sin embargo, la Medicina de Familia se basa en el trabajo coordinado y en el uso de herramientas tecnológicas que facilitan la práctica diaria. Con adaptación y apoyo, es posible”.

Concluye el facultativo gallego que el principal riesgo de un profesional de la sanidad en estas edades es “no reconocer las propias limitaciones físicas o mentales”. Por eso, añade, “es fundamental mantener un autocuidado activo y una revisión constante del estado psicofísico”. También “estar actualizado en nuevos protocolos y tecnologías”. “Con las condiciones adecuadas y un compromiso consciente, estos riesgos son manejables y los beneficios de seguir activo superan ampliamente las dificultades”, recalca.

Profesionales en activo hasta los 67 años


Lo cierto es que nada podrá evitar que la edad ordinaria de retiro sin merma en la pensión se vuelva a retrasar este 2025 que ahora asoma. La franja quedará fijada a partir del 1 de enero en los 66 años y ocho meses (dos meses más), y en 2027 se situará en los 67 años.

La ‘opción B’ es haber cotizado durante 38 años y tres meses o más, lo que permitiría a los profesionales sanitarios seguir retirándose a los 65. No obstante, Vicente Matas, coordinador del Centro de Estudios del Sindicato Médico de Granada (Simeg), aleja esta opción: “Muchos facultativos no van a llegar, es muy difícil”, alegó a Redacción Médica este médico ya jubilado, que hace hincapié en que la generación de los 80 se vio lastrada por los altos niveles de paro.
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