De nuevo, las propuestas para el futuro de España pasan de puntillas por la sanidad.
Mariano Rajoy ha abierto el
debate de investidura, que todo indica que terminará con su designación como presidente del Gobierno por el Congreso de los Diputados, con un discurso en el que ha destacado la apuesta por el
empleo como su principal prioridad y una constante alusión al diálogo como una de las claves de su futura gestión, con
nulas menciones a posibles iniciativas sanitarias.
Con todo, el candidato ‘popular’ a la presidencia del Gobierno ha recordado que el 63 por ciento del
gasto público está destinado a servicios sociales como la
sanidad y la
educación. Por ello, ha anunciado que si supera la votación de investidura propondrá que “se abra la negociación para un
sistema de financiación autonómico estable y suficiente, que se mantenga en épocas como los ciclos electorales y no pase por cambios ante crisis y bonanzas”. Toda una reforma que tendrá como fin asegurar “la suficiencia financiera del sistema”.
"Habrá cambios en el sistema de gobernanza de las universidades y se dará impulso a la formación profesional"
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Otra promesa de Rajoy es que en el primer mes de gobierno propondrá la
creación de una subcomisión parlamentaria que permita profundos cambios en la situación de la educación en España, y que permitan “cambios en el sistema de gobernanza de las universidades y el impulso de la formación profesional”.
Asimismo, ha afirmado que se cumplirán “
los 150 compromisos pactados con Ciudadanos” con “
dos objetivos básicos inseparables: el empleo y el mantenimiento de los pilares del Estado de Bienestar" y ha asegurado que en los últimos meses, a pesar del parón institucional, "España no ha estado en funciones en ningún momento".
El también presidente del Gobierno en funciones se someterá al
proceso investidura esta semana, y la votación definitiva ( puesto que se prevé que no supere la primera ronda) tendrá lugar el sábado, una prueba para la que cuenta con el apoyo de Ciudadanos y la abstención del PSOE, tras la reciente crisis por la que ha pasado la formación socialista, que ha acabado con la
destitución de Pedro Sánchez.
De hecho, ha hecho un guiño a esta situación en sus palabras. “Nadie tiene que renunciar a sus principios, pero la excepcionalidad de las circunstancias obliga”, para evitar unas
terceras elecciones, que sería el destino ineludible de España si no se contara con la abstención socialista.
Eso sí, reclama que, aunque el
Partido Popular lleve la batuta del ejecutivo en minoría, “el Gobierno no puede ser un mero trámite. Estoy dispuesto a negociar cuanto sea necesario todas las decisiones. No me faltará tiempo para dialogar”.
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