El Premio Nobel de Medicina no ha dejado contento a todo el mundo, es el caso de Amós García Rojas, presidente de la
Asociación Española de Vacunología (AEV); y Joan Caylà, miembro de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE). Ambos coinciden en felicitar a los premiados "por su trabajo excepcional y brillante", pero sienten que las
vacunas de ARN mensajero creadas para hacer frente a la pandemia de Covid-19 deberían haber tenido más reconocimiento.
Este año, el
Premio Nobel de Medicina ha sido otorgado a
David Julius y Ardem Patapoutian “por sus descubrimientos de los receptores de la temperatura y el tacto, donde explican cómo el calor, el frío y el tacto pueden iniciar señales en nuestro sistema nervioso.
Los dos expertos hacen especial hincapié en recordar
la situación de pandemia que aún estamos viviendo. Por eso es relevante reconocer el
gran esfuerzo que han realizado los investigadores de estas vacunas para combatir una de las peores crisis sanitarias por la que estamos pasando a nivel mundial.
"Se lo han dado a dos investigadores que seguramente han hecho
una investigación muy relevante sobre los receptores de temperatura y el tacto. Pero también es muy importante el invento que se ha llevado a la práctica al trabajar con
vacunas de ARN mensajero, esto realmente es una gran innovación", defiende Joan Caylà.
Falta de reconocimiento
Además de paliar el avance de la pandemia, estas vacunas "suponen un
punto de inflexión importante al desarrollo de otras", hace hincapié García Rojas. Asegura que la aparición de las vacunas de ARN mensajero "ha sido un elemento clave para permitir
modular el peso de la pandemia, en el contexto de la crisis sanitaria más terrible que hemos tenido a nivel mundial".
Por su parte, Caylà explica que esta innovación hace que las células creen proteínas del tipo 'Spike', las cuales favorecen a que el
sistema inmunitario fabrique una respuesta inmune: "Esto es muy novedoso porque, a pesar de que la primera vez que se ha utilizado ha sido con la Covid-19, es extensible para otras infecciones como tipo
gripe, tuberculosis e incluso, para el cáncer".
García Rojas y Caylà coinciden al creer que el
próximo año los investigadores de estas vacunas pueden ser galardonados con el Premio Nobel.
El premio también puede ser compartido
Como recuerda Caylà, en el año 2008 este galardón tuvo
dos 'padres': los descubridores del
virus VIH, Luc Montagnier y Françoise Barré-Sinoussi; y Harald zur Hausen, quien descubrió el virus que causa el
cáncer de cuello uterino.
Ese Premio Nobel fue
compartido por dos grupos de investigadores diferentes, y "quizás también se podría haber hecho en esta ocasión, aunque es posible que para el próximo año se les conceda a los investigadores de estas vacunas", destaca Caylà.
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