La cuerda empieza a tensarse. Los extremos tirando de ella. Al rato, un fino hilo aparece cerca de la mitad. Y le quedan dos opciones: o que el tira y afloja cese, o que
el hilo se rompa para siempre.
Muface se parece a ese juego de cuerda. La mutualidad, que dota de asistencia a 1,53 millones de personas (entre mutualistas y beneficiarios), se debate entre
desaparecer o sobrevivir. Y todo depende de la respuesta de las aseguradoras a la nueva licitación de Gobierno. Sin embargo,
no es la primera vez que el modelo sanitario se encuentra en esta situación, aunque nunca había alcanzado la gravedad a la que se enfrenta ahora.
Los orígenes de Muface
Trazar la historia de Muface implica viajar varias decenas de años en el tiempo. Más concretamente, hasta
1963. Fue entonces cuando, a través de la Ley de Bases de Funcionarios Civiles del Estado, se establece que se regulará por Ley el
Régimen de Seguridad Social de los Funcionarios.
Así, la Dirección General de Muface, que en su web tiene un
documento con la historia completa de la mutualidad (aunque no menciona las crisis vividas). En él, hace hincapié en un momento clave: principios de los 70. Es entonces cuando, según detalla el texto: “Surge la
necesidad de aglutinar la acción mutual dispersa, fragmentada y desigual existente en ese momento, para adecuarla a los principios de universalidad y homogeneidad de la Seguridad Social, teniendo en cuenta el precedente de la Munpal (1960), en la que una sola mutualidad englobaba a todos los trabajadores de todos los entes municipales”.
Y, de esta forma, en
1975 se plasma la base del mutualismo administrativo en dos leyes: la 28/1975, de Seguridad Social de las Fuerzas Armadas, creadora del
Isfas y la 29/1975 de Seguridad Social de los Funcionarios Civiles del Estado, creadora de
Muface. Posteriormente llegó el Real Decreto 16/1978, creador de
Mugeju.
Las grandes crisis
A través del relato de distintos funcionarios presentes en la mutualidad desde sus inicios,
Redacción Médica ha podido hacer un dibujo de las crisis por las que ha pasado Muface a lo largo de su historia. Eso sí,
ninguna de tanta envergadura como la actual.
La llegada de este modelo del mutualismo supuso un
hito para la cobertura sanitaria de los funcionarios públicos. De hecho, el primer año del que hay cifras, 1976, Muface contaba con
704.403 personas (282.639 titulares y 421.764 beneficiarias). Ahora el modelo cuenta con el doble: 1,53 millones de personas.
Los funcionarios consultados por este periódico cuentan cómo al principio todo parecía “una especie de experimento”. Las aseguradoras se fueron sumaron progresivamente. Pero el primer escollo en el camino llegó en los
años 90. Fue entonces cuando
Sanitas advirtió de la infrafinanciación del concierto y la Dirección General de Muface cambió la cuantía presupuestaria. Tras ese vaivén, llegó la calma. A principios de los 2000, Muface contaba con
Asisa, Adeslas, Sanitas, Caser Seguros, Mapfre, DKV, e Igualatorio Cantabria (que en 2021 compró Axa).
Y la primera gran crisis, como las mareas que arrasan con todo a su paso, llegó en 2009.
Mapfre y Caser Seguros abandonaron el concierto. ¿La razón? La Dirección del modelo aumentaba los requisitos para la red asistencial, lo que derivaba en pérdidas.
La segunda, en cambio, llegó en 2013.
Sanitas, que en esos años 90 ya
había alertado de la infrafinanciación del modelo,
se fue de Muface. Así, tan solo quedaban Asisa, Adeslas, DKV e Igualatorio Cantabria. Cuatro aseguras para varios centenares de miles de mutualistas.
Y los años pasaron. Las licitaciones cambiaron. Las quejas y la
incertidumbre marcaron cada cambio en los pliegos del concierto. “¿Estará mi aseguradora o no? ¿Tendré que cambiar de médico?”, esas fueron algunas de las preguntas que sobrevolaron la mente de los mutualistas.
Hasta que llegó 2021. Ahí fue cuando
Igualatorio Cantabria se descolgó de Muface. “Nos resulta imposible
garantizar un servicio a los mutualistas con las condiciones que fija el próximo convenio y, de la misma forma, mantener la sostenibilidad de la compañía”, explicaron desde la aseguradora.
Esos mismos argumentos se repitieron hace unas semanas. El 5 de noviembre. Cuando
Asisa, Adeslas y DKV dejaron desierto el proceso de licitación de la mutualidad para el nuevo bienio del concierto sanitario (que iría de 2025 a 2026).
Todo estalló. Muface, por primera vez en su historia, se quedó sin ninguna aseguradora. Y el temor, el miedo y la incertidumbre se instalaron entre los mutualistas y sus familias.
La crisis sin precedentes que comenzó ese día no ha cesado. Desde entonces el
Ministerio de Sanidad ha mostrado su predisposición a liquidar el modelo. Mientras, el
Ministerio para la Función Pública, del que dependen las competencias de Muface, amplió el concierto hasta 2027 y publicó una
consulta para que las aseguradoras dijesen qué estarían dispuestas a aceptar. Es decir, desde las primas económicas hasta los detalles y matices sobre la forma de dotar de cobertura sanitaria a los mutualistas.
Asisa y DKV respondieron por la vía oficial. Adeslas envió una carta con varios anexos a la Dirección General del modelo, por lo que no fue tenida en cuenta. Muface publicó un informe en el que valoraba las propuestas de las dos primeras aseguradoras y subrayaba una de ellas: aumentar la prima por tramos de edad.
Ese es el modelo de la
nueva licitación de Muface, de la que depende el futuro del mutualismo, del propio concierto y de la sanidad. Lo que suceda en las próximas semanas marcará un antes y un después en la historia. Mientras, 1,53 millones de personas siguen a la espera de una respuesta.
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