Todavía no había vacunas en el mercado cuando una
nueva oleada del coronavirus, la segunda, golpeó al mundo el pasado otoño. Pero el tiempo ha demostrado que, en comparación con el total de infecciones, sus efectos fueron "notablemente" menos nocivos que los del ‘pico’ de contagios anterior en términos de
mortalidad.
Así lo avala un estudio
publicado en la revista científica Chaos en el que investigadores de las universidades de Sídney (Australia) y de Tsinghua (China) indican que, en buena parte los países “ricos” de Europa, las personas contagiadas
presentaron una mortalidad hasta diez veces menor durante la segunda oleada. En
España, la caída fue de ocho a diez veces, mientras que existen importantes "excepciones" a esa tendencia en Suecia y Alemania.
El Covid-19 “sorprendió” a Europa
Lo cierto es que el segundo gran ‘pico’ de coronavirus fue de
“una naturaleza excepcionalmente distinta” a la del primero. Principalmente, apunta el estudio, a que el virus había “sorprendido” a una Europa que además no contaba con suficientes “tratamientos eficaces” para hacer frente a la pandemia.
Por otro lado, los investigadores destacan que durante los primeros meses de la crisis sanitaria los más afectados fueron los ancianos, algo que cambió sustancialmente en la segunda oleada, cuando fueron los jóvenes los que más se contagiaron. Debido a la menor letalidad del Covid-19
entre la población de menor edad, la tasa fue mucho menor.
En el trabajo se apunta además, como posible razón de la caída de la mortalidad, a la naturaleza de los sistemas de salud europeos,
más “equitativos” que los que imperan otras zonas del mundo.
La incógnita de los casos reales de la primera oleada
Según el investigador
Max Menzies, su trabajo “muestra fuertes caídas en la mortalidad respecto a los casos y muertes”. No obstante, asume que esta afirmación tiene sus matices, pues
se desconoce el número real de casos de coronavirus de la primera ola. “Puede que nunca lo sepamos, pero imaginamos que futuros análisis intentarán determinarlo”, apuntó.
En la misma línea,
Peter Radchenko, de la Universidad de Sídney, destacó que el exceso de mortalidad “es a menudo negativo en relación con años anteriores”, de forma que no es “adecuado para medir el número real de muertes por Covid-19”.
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