El consumo de
opioides y su sobreuso preocupa, y mucho, a las autoridades sanitarias mundiales. Y no es para menos: solo en
España, un país en el que el empleo de estos fármacos está relativamente bajo control, s
u prescripcion ha aumentado un 83 por ciento en
siete años.
Sin embargo, la situación no es, ni de lejos, tan dramática como la de
Estados Unidos. Según la
Encuesta Nacional sobre el Uso de Drogas y la Salud que acaba de darse a conocer, a
más de un tercio de los adultos se les prescribió en 2015 algún tipo de opioide. En total,
el 38 por ciento de la población adulta los empleó, alrededor de 92 millones de personas.
La consulta también revela que alrededor del 1 por ciento de los adultos, o aproximadamente 1,9 millones de estadounidenses, padecía un
trastorno por uso de opioides, que era más común entre las personas con ingresos familiares más bajos, sin seguro de salud o sin empleo.
El 64 por ciento de los participantes de la encuesta reconoció que habían u
tilizado abusivamente estos fármacos para aliviar el dolor, y el 41 por ciento de los que había llevado a cabo este abuso declaró que los obtuvo de su familia o amigos.
"Parte del problema tiene que ver con la mala situación de la Atención Primaria", ha indicado Karen Lasser, del Boston Medical Center y la Facultad de Medicina de la Universidad de Boston y una de las participantes en el estudio. "La gente tiene problemas para acceder a ella debido a la escasez de proveedores. Los opioides deberían ser el último recurso". Por ello, ha llamado a los profesionales sanitarios a trabajar para reducir esta sobreprescripción.
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