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Los profesionales dan a García 4 vías contra los sesgos de género en el SNS

CCOO y UGT piden soluciones contra "la violencia obstétrica" y la subestimación de problemas de salud mental en mujeres

Silvia Espinosa (CCOO) y Cristina Antoñanzas (UGT).

07 mar 2024. 15.00H
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Los sindicatos le toman la palabra la ministra de Sanidad, Mónica García, con la que coinciden en la “urgente necesidad” de abordar las inequidades de género en el sistema de salud y promover un enfoque “más equitativo” en todos los aspectos de la atención médica y la investigación científica. En la víspera del Día Internacional de la Mujer, desde CCOO y UGT, consultados por Redacción Médica, identifican cuatro claves que explican por qué aún existen sesgos de género en el ámbito sanitario: la invisibilización de la mujer en los estudios de enfermedades, "la violencia obstétrica", la discriminación laboral de las profesionales sanitarias fruto de las responsabilidades no compartidas por la maternidad y los problemas de salud mental derivados de todo ello.

“Hay que incluir a la mujer de forma paritaria en los estudios y en los ensayos clínicos, y tener en cuenta las diferencias de género en la sintomatología, en el diagnóstico, en el tratamiento hospitalario y en el farmacológico”, afirmó García recientemente a este medio, y es ese el punto de partida de las reivindicaciones sindicales para acabar con la discriminación femenina en el ámbito de la sanidad.

“Las Ciencias de la Salud y la práctica de la Medicina han sido históricamente ciegas a los condicionantes biológicos, psicológicos y sociales que inciden en la salud de las mujeres”, asegura la responsable de Mujeres e Igualdad de la Federación de Sanidad y Sectores Sociosanitarios de CCOO (FSS-CCOO), Silvia Espinosa López, quien culpa de ello a lo que la filósofa feminista Alicia Puleo llama “androcentrismo”, esto es, una visión de todos los aspectos vitales, incluido el sanitario y el científico, que sitúa al hombre en el centro del universo.

“Es el causante de que históricamente las investigaciones y estudios de enfermedades y fármacos se hayan hecho en cuerpos de hombres o animales machos, trasladando los resultados a las mujeres, como si fuéramos iguales en todo menos en el aparato reproductivo”, denuncia, además e incidir en que esa “invisibilización” de las mujeres en la práctica científica es “demoledora” para su salud.

Espinosa: "La invisibilización de la mujer en estudios científicos es demoledora para su salud"


Cristina Antoñanzas, vicesecretaria general de UGT, reconoce que el ámbito académico está cada vez más concienciado en dejar atrás sesgos de género y sexo en las investigaciones que se impulsan, pero asegura que aún queda tela por cortar. “La investigación en este tipo de enfermedades, como algunos cánceres o todas las patologías relacionados con la menstruación o con nuestro sistema reproductor, tiene que seguir aumentando, porque no se han tenido tan en cuenta como otras dolencias”, lamenta.

“Todavía se estudian las enfermedades en las universidades sin distinguir por sexos, y todavía la atención médica está plagada de prejuicios y estereotipos que distorsionan la realidad y, por tanto, el diagnóstico”, agrega Espinosa.

El reto de poner fin a "la violencia obstétrica"


Antoñanzas señala que los tabúes a los que se ha sometido tradicionalmente a la menstruación o la endometriosis "han alimentado la violencia obstétrica", algo en lo que también coincide Espinosa: “La violencia obstétrica y ginecológica está definida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) desde hace años, y consiste en el abuso de poder, la pérdida de autonomía e incluso el maltrato en torno a las prácticas sanitarias a la mujer, especialmente durante el embarazo y el parto”, recuerda.

Antoñanzas: "Los tabúes sobre menstruación o endometriosis han alimentado la violencia obstétrica"


La responsable de CCOO pone dos ejemplos: por un lado, señala que, en España, se hacen 117.000 episiotomías “injustificadas” al año, según la asociación El parto es nuestro; por otro, en un 26 por ciento de los partos vaginales se sigue recurriendo a las maniobras de Kirsteller, “que consiste en empujar el vientre de la parturienta con las manos”, a pesar de que están desaconsejadas por la OMS y por la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO).

Discriminación laboral en el ámbito sanitario


Espinosa también advierte de la discriminación laboral que aún sufren las mujeres durante el embarazo y la lactancia. “Muchas veces supone un parón en las carreras profesionales”, apunta. La sanidad y los servicios sociosanitarios, “a pesar de estar profundamente feminizados”, no son una excepción.

“En todos los muchos planes de igualdad que estamos negociando vemos cómo, de manera invariable, las mujeres son las que más reducciones de jornada por guarda, excedencias y otros permisos ejercen. Son datos que delatan quién sigue asumiendo aún esos roles de cuidados, un trabajo que es invisible y que no se paga”, describe.

También asevera que esa circunstancia perjudica a las mujeres en tanto en cuanto “se ven claramente afectadas en las promociones, en la capacidad de ocupar cargos de responsabilidad, o en la posibilidad de dirigir proyectos de investigación”.

“Esta es una de las causas que no dejan mejorar en sanidad la brecha vertical, según la cual, y a pesar de la gran feminización del sector, los altos cargos de gerencias de hospitales y jefaturas de servicios aún están copados en gran parte por hombres”, apostilla.

Salud mental invisibilizada y menospreciada


Para Antoñanzas, además, la concepción tradicional de la mujer como cuidadora del hogar ha agravado en el tiempo sus problemas de salud mental: “Muchas mujeres tenemos dos jornadas laborales, la nuestra y la de nuestra casa. Tenemos una presión que ellos no tienen, o la tienen en menor medida”.

Espinosa destaca que el “malestar emocional y físico” que acarrea esa realidad, añadido a “la violencia de género en sus múltiples formas” y “la discriminación en todos los ámbitos”, conducen a que las mujeres “sean las receptoras del 85 por ciento de los psicofármacos que se prescriben en España”, algo para lo cual “también pesan los estereotipos que nos presentan como seres mucho más emocionales, por no decir histéricas, mucho más propensas a las depresiones y la ansiedad”.

Y aunque medidas e intenciones para acabar con todo ello ya hay sobre la mesa, desde UGT redoblan la apuesta. “Más allá de la coletilla de que tiene que haber perspectiva de género en la sanidad y en los diagnósticos, hay que inculcar qué es esa perspectiva de género”, señala Antoñanzas, que sugiere al Ministerio de Sanidad que fomente programas específicos en pos de ello, algo en lo que “UGT estaría de acuerdo”. “Lo importante es que esta perspectiva de género no se quede en el nombre”, reitera la responsable sindical.
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Aunque pueda contener afirmaciones, datos o apuntes procedentes de instituciones o profesionales sanitarios, la información contenida en Redacción Médica está editada y elaborada por periodistas. Recomendamos al lector que cualquier duda relacionada con la salud sea consultada con un profesional del ámbito sanitario.