Málaga ha sufrido uno de
los incendios más virulentos de la historia reciente en España, hasta tal punto que muchos expertos lo han catalogado como
un ‘superincendio’ o incendio de sexta generación. Esta es una lacra que no solo sufre nuestro país, sino también otros más lejanos como Brasil, en donde se concentra la mayor parte del Amazonas, conocido por ser el pulmón del planeta. En esta región del mundo,
recientes investigaciones han demostrado que
los incendios aumentan un 18 por ciento los casos de enfermedad grave por Covid-19 allí donde se producen.
Mientras,
aumentan un 24 por ciento el ingreso hospitalario por otras afecciones respiratorias. Además, en las zonas más afectadas por los fuegos, las autoridades sanitarias han constatado que la probabilidad de requerir estancia en un hospital por Covid-19 aumenta hasta un 66 por ciento.
Esta sinergia tóxica entre incendios e infección por el nuevo coronavirus es objeto de un análisis sin precedentes para los investigadores que estudian esta relación con el apoyo de la
Universidad Federal de Acre y de la
Universidad de Stanford.
Un enemigo inperceptible
El principal riesgo de los incendios para nuestros pulmones radica en que, más allá de la peligrosidad del propio humo, también producen diminutas partículas, imperceptibles a simple vista, mucho más finas que el grosor de un cabello, y que producen grandes daños en la salud. Cada día que finísimos granos de material particulado se suspenden en la atmósfera por encima del nivel considerado seguro por la OMS (Organización Mundial de la Salud), el riesgo de que una persona infectada por el coronavirus sea hospitalizada aumentaba en un 2 por ciento.
De este modo, el modelo matemático construido especialmente para el análisis probó varios escenarios y encontró significancia principalmente entre los niveles acumulados de contaminación (días del mes en los que la concentración promedio de material particulado se mantuvo por encima de los 25 microgramos por metro cúbico diario recomendados por la OMS) y las admisiones de cifras oficiales de Covid-19.
La tasa de aumento de las posibilidades de que alguien sea hospitalizado en relación con la variable contaminación surge de una comparación realizada entre la situación real, donde hubo acumulación de contaminación a lo largo del mes, y un escenario hipotético, sin día con la concentración de partículas.
Impacto de la contaminación
Cuando se inhalan, las partículas más pequeñas llegarán a los pulmones y las más pequeñas aún llegarán al torrente sanguíneo a través de los alvéolos. “Una vez en la sangre, la contaminación puede actuar en todo nuestro organismo a través del llamado estrés oxidativo”, explica Nelson Gouveia, médico y profesor de Salud Pública.
El impacto bioquímico que provoca el material particulado, ya lo saben los científicos, contribuye al proceso de aterosclerosis y, como consecuencia, genera cardiopatías isquémicas, además de afectar otras funciones del organismo. “La contaminación también tiene efectos cancerígenos, lo que aumenta las posibilidades de desarrollar cáncer”, zanja.
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