La
falta de vitamina D se ha convertido en una problemática cada vez más frecuente en España. Según datos de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), el 40 por ciento de los menores de 65 años tienen concentraciones bajas de esta en sangre, mientras que más del 80 por ciento de aquellos que superan la edad mencionada padecen déficit de este compuesto. Motivo por el que muchos optan por la suplementación. No obstante, hay límites.
Una de estas fronteras es
el perfil del paciente. La coordinadora del Grupo de Metabolismo Mineral y Óseo de la SEEN,
la endocrina María Cortés Berdonces, señala una serie de tipos de personas con déficit de
vitamina D que sí tienen que recurrir a la toma de suplementos para mejorar sus niveles de este compuesto. Eso sí, siempre bajo la supervisión de un especialista.
Por un lado, están aquellos que cuentan con
valores inferiores a 20 ng/ml en sangre -momento en el que el facultativo considera que el individuo sufre déficit de vitamina D-. No obstante, si el nivel no es excesivamente bajo y el paciente no es de riesgo, los endocrinólogos acostumbran a optar por medidas generales como la exposición solar durante 15 minutos al día o la ingesta de alimentos ricos en este compuesto, como es el caso del pescado azul, el hígado vacuno o las yemas de huevo.
En caso de no revertirse la deficiencia con estas medidas, el experto en Endocrinología pasa a indicar suplementos por vía oral. En el peor de los escenarios, cuando los niveles no dejan de descender o los pacientes
tienen dificultades para obtener o absorber vitamina D por alguna condición o enfermedad no solucionable, el profesional puede administrar complementos de manera directa al torrente sanguíneo, por ejemplo, a través de catéteres.
Mayores y pacientes con patologías
La coordinadora del Grupo de Metabolismo Mineral y Óseo de la SEEN apunta a que
los diagnosticados de osteoporosis o con alguna patología que acrecente el riesgo de padecer fracturas óseas deben tomar suplementos de vitamina D, ya que esta ayuda a la absorción de calcio y mejora la salud del esqueleto.
Cortés Berdonces recomienda también
suplementación para
los individuos de más de 65 años, debido a que la capacidad de sintetizar vitamina D disminuye con la edad. La toma se torna en clave cuando los pacientes tienen antecedentes de caídas o problemas de movilidad. "La dosis para personas mayores, sobre todo en personas que viven en residencias, debe ser de 800 UI (unidades internacionales) al día", ha puntualizado la experta.
"La dosis para personas mayores debe ser de 800 unidades internacionales al día", ha especificado Cortés Berdonces
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Las personas con
condiciones endocrinas, como hiperparatiroidismo secundario -desencadenante de desniveles de la paratohormona y a continuación de un empeoramiento de la salud ósea-, prediabetes -la suplementación puede ralentizar el avance de la enfermedad- u obesidad, requieren también de compuestos externos. Asimismo, aquellos que sufren
enfermedades con absorción gastrointestinal comprometida, como la celiaquía o el mal de Crohn, se encuentran en la lista al tener dificultades para asimilar nutrientes a través del intestino.
Asimismo, la facultativa añade a los ciudadanos con
poca exposición solar, ya sea por vivir en latitudes altas del globo terráqueo, el uso de protección solar extensiva o estilos de vida en los que el contacto con el sol es escaso. Además, Cortés Berdonces agrega a las personas con piel oscura por contar con "una protección natural a la radiación UV y por tanto, menor capacidad de formar vitamina D".
¿Qué efectos tiene la falta de vitamina D?
La principal consecuencia fruto de la deficiencia de
hidroxivitamina D en sangre es la
pérdida de densidad ósea. Esto deriva en una mayor fragilidad de los huesos y por ende la posibilidad de sufrir cualquier tipo de rotura. De ahí que su carencia esté relacionada con enfermedades como la osteomalacia, que provoca dolor en todo el esqueleto y debilidad muscular.
En el caso de niños y niñas, los niveles bajos de este compuesto pueden estar relacionados con el
raquitismo, enfermedad que reblandece los huesos. Además, los investigadores trabajan en estudios que relacionan este déficit con problemas de salud como la diabetes, el cáncer o las patologías autoinmunes.
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