El
número de casos de sarampión detectados en los últimos meses han puesto en alerta a las autoridades estadounidenses. De hecho, según
recoge The Washington Post, se trata del
peor brote en tres décadas de una enfermedad que se erradicó del país a principios de siglo.
El diario hace hincapié en la problemática surgida con la
población inmigrante somalí en Minnesota, la más grande del Estado, y que se ha vuelto especialmente reacia por los numerosos casos de autismo, la principal
defensa de quienes se muestran contrarios a las vacunas y que quieren vincular la inmunización con la dolencia.
Es el principal argumento de activitas antivacunas como
Andrew Wakefield, considerado fundador del movimiento moderno, que ha realizado charlas en la comunidad somalí en los últimos años. Su defensa se basa en un estudio suyo de 1998 que habla de un nexo entre vacunas y autismo, un
estudio que posteriormente se declaró fraudulento y por el que el diario médico que lo publicó tuvo que retractarse, y él mismo vio cómo se revocaba su licencia.
La cobertura de vacunación ha caído del 92% en 2004 al 42% en 2014
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Población vulnerable
Según las cifras, las
ratios de inmunización han caído en picado, y el pasado mes de abril de produjo uno de los mayores brotes de los últimos años, lo que tildan de una de las consecuencias de la intensa campaña antivacunas en Estados Unidos
y a nivel mundial. "Es destacable que se entra a hablar con una población vulnerable y marginada, que no tiene necesariamente la capacidad de juzgar por sí mismos y aprovecharse de eso", declaró
Siman Nuurali, médico estadounidense somalí que coordina el cuidado de pacientes en un hospital de Minnesota. "Es aborrecible", añade.
Nuurali explica que aunque numerosas investigaciones han desterrado la idea que relaciona vacunas y autismo, el
miedo se ha instalado en la comunidad. Sin embargo, los activistas antivacunas se defienden diciendo que simplemente proporcionan información a los padres.
Ratios en caída libre
La cobertura de vacunación, según el diario, ha caído del 92 por ciento en 2004 al 42 por ciento en 2014, mientras que la considerada óptima como protección frente a la enfermedad está entre el 92 y 94 por ciento. A principios de abril se identificó el brote de sarampión, y el
pasado viernes se produjeron 44 casos, todos salvo dos en personas que no estaban vacunadas y todos menos uno en niños menores de 10 años. Unas cifras que, debido a las bajas ratios de inmunización, se espera que aumenten.
Mientras muchos facultativos intentan revertir la creencia de los antivacunas, algunos padres siguen poniendo en duda los beneficios de la inmunización. "¡Por el amor de Dios,
quiero saber si las vacunas son seguras! Mi gente está sufriendo. No somos ignorantes. Yo leo mucho. Me informo mucho. Me autoeduco... No sabéis de los que estáis hablando", gritaba una madre somalí de un hijo con un autismo que le fue detectado a los 3 años, interrumpiendo una charla de un jefe de pediatría de Minneapolis.
Aunque diversos estudios alrededor del mundo están concluyendo que
las vacunas no cuasan autismo, esta no suele ser una respuesta satisfactoria para los padres de la comunidad somalí americana. Ellos defienden que si la ciencia puede explicar que las vacunas no causan autismo, la ciencia debería poder explicar qué lo hace.
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